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PAN PARA HOY

VIRUELAS

ÓSCAR TEROL
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Estamos a la espera de que el Gobierno nos diga si vamos a poder cuidar de nuestros nietos cuando seamos más mayores o, por el contrario, si vamos a acabar trabajando con ellos en la fábrica. Somos muchos viejos y más que vamos a ser. A mediados de siglo, se calcula que cada trabajador se va atener que hacer cargo de una pensión. Yo ya lo tengo asumido, amigo lector, estaré trabajando hasta el día de mi entierro, que espero que toque en festivo para poder tener, por lo menos, la mañana libre.

Esto nos pasa por comer tantos yogures de esos que te renuevan la flora intestinal, y por no dejar que el colesterol haga su sabia labor de obstrucción de las arterias; nos estamos haciendo eternos. Morirse a su hora se va a convertir en una cursilada al alcance de muy pocos. Ante esta inminente 'invasión abuelar' creo que deberíamos pensar en ampliar la terminología para referirnos a esa época dorada de la vida.

Desconozco los planes que la sociología tiene sobre este particular, pero sería conveniente diferenciar las 'edades de la vejez', ya que va a ser la época de la vida en la que pasemos más años. Por ejemplo, podríamos tener una primera fase, hasta los setenta años, en la que seríamos 'yayos', que suena a que ya tienes que usar pegamento para la dentadura, pero conservas elasticidad. Después, vendría la 'pre-vejez', de los setenta hasta los ochenta, aquí empezaríamos a visitar Benidorm, una vez cada dos años, pero seguiríamos trabajando. Luego entraríamos de lleno en lo que sería la vejez propiamente dicha, lo que se conoce como 'abuelo', que nos llevaría hasta los cien años. En esta edad, gracias a Apple y su esfuerzo por concentrar todo en una pantalla táctil, trabajaríamos desde casa, o desde Benidorm. Después de los cien, creo que deberíamos recurrir a términos del tipo 'pre-fosil', o 'pre-momia', que es a lo que espero llegar con la ayuda de la soja, del aceite de oliva y del pilates. Pasen buen día.