TRABAJAR MÁS
Actualizado:Hace tiempo que el asunto de las pensiones estaba visto para sentencia. Es muy cierto que la Seguridad Social goza de buena salud y buena prueba de ello es que en 2009, y a pesar de las enormes dificultades del empleo, ha conseguido un superávit apreciable, lo que unido a los ahorros de años anteriores permite garantizar su estabilidad en un plazo dilatado de años. Pero, siendo eso cierto, también lo es que el rumbo actual apunta al desastre en el medio plazo. Con una población nativa que crece cada vez menos pero vive cada vez más, y con unos flujos migratorios atascados por culpa de la crisis, el descuadre de las cuentas empieza a ser grave.
Por eso, una de las medidas lógicas a adoptar es la prolongación de la vida laboral. Es una noticia desagradable -al menos para los que consideran una maldición esto del trabajo-, pero relájense porque no será la última. Si cobramos pensiones más altas durante más años, no queda más remedio que aportar durante más años como propone el Gobierno; y, -esto vendrá luego-, aportar cotizaciones más elevadas. Por una vez no son caprichos de los políticos, sino exigencias de la aritmética. Desgraciadamente, el problema de las pensiones de mañana tienen que solucionarlo los trabajadores de hoy. Es 'por su propio bien', pero ese sabio consejo lo oímos desde pequeños y suscita un entusiasmo igual de pequeño. Esta misma mañana conoceremos los perfiles exactos de la reforma. Esperemos que a nadie se le ocurra aprovechar la ocasión para atacar al Gobierno con el arma de la demagogia y pisoteando la lógica. Esta es una enfermedad grave que no admite frivolidades y la única manera de que los remedios sean eficaces es con constancia en su aplicación. Y, para eso, hace falta un consenso general.