Perseo en Cádiz
ARTISTA Actualizado: GuardarNacido en 1721 en Aussig (la actual Usti nad Laben, en Checoslovaquia), el pintor Anton Raphael Mengs es uno de los más destacados artífices del Neoclasicismo europeo. Educado por su padre, también pintor, con severidad inaudita, haciéndole desde niño dibujar y dibujar sin descanso todo lo que de la Antigüedad y de la Gran Época. Rafael, Correggio, Miguel Angel. se ponía a su alcance, arrastró, empero durante su vida un carácter difícil y una salud complicada.
Pintor cortesano en Polonia, Sajonia, Dresde y Madrid, estuvo aquí al servicio de Carlos III, para el que realiza diversos frescos en el Palacio Real (entre ellos las Apoteosis de Hércules y Trajano). Dirige asimismo la Real Fábrica de Tapices, desde donde eleva a la Corona un elogioso informe sobre el joven Goya. y escribe un tratado de Estética: 'Pensamientos sobe lo bello y el gusto en la Pintura'.
En Madrid también pintó algunos retratos notables, siendo sin lugar a dudas el más chispeante el de la Marquesa del Llano, ataviada para una fiesta de disfraces. Vivió además en Florencia, Nápoles y Roma. En esta ciudad, ya poco antes de su muerte en 1779, pinta, tras laboriosos estudios, el 'Perseo liberando Andrómeda'. La obra, mostrada por sus discípulos más adelantados en el vestíbulo del Palacio Barberini donde residía el artista, causó un enorme interés entre el público romano.tanto que «hasta el Papa quería verla.».
Vemos en el lienzo al griego Perseo, mostrando un triunfal desnudo heroico en el acto de ofrecer su brazo para que una pudorosa Andrómeda descienda de la roca donde, atada, debía ser inmolada al dragón que, ya vencido, yace a sus pies. Perseo sujeta la brida de su formidable caballo Pegaso y un Cupido alado portando una antorcha sale de la composición por su lado derecho.
La concepción de la obra adolece, como casi todo lo de Mengs, de acusados convencionalismo, buen gusto, y no disimulada teatralidad, especialmente evidente en la figura tan declamatoria de Perseo. No obstante, en cuanto a técnica y oficio es prodigiosa.
El color delicadamente aplicado consigue una superficie tersa y esmaltada con unas sutiles gradaciones tonales en las que los azules brillantes del penacho del casco y las caligas del joven, marcan un sabroso contraste. Después de su exposición romana, el lienzo es enviado por mar hacia Inglaterra, donde lo aguardaba Sir Watkins William Wynne, que años antes había encargado la pintura y pagado su precio. Pero como la Fortuna es tan inconstante, el navío es apresado por unos piratas franceses que, arribando a Cádiz, intentan aquí vender su botín del que sin duda el 'Perseo' era pieza destacada.
Cádiz, en aquellos días, era un emporio mercantil y cultural en el que por unos años el coleccionismo de arte y antigüedades alcanzaba un auge espléndido, tal como atestiguan en sus escritos Antonio Ponz y el Conde de Maule. No obstante, los corsarios no logran encontrar un comprador local para la pintura, siendo esta adquirida por el encargado francés de Marina Monsieur De Sartie.
Enterada del lance la zarina Catalina II de Rusia, gran admiradora de la obra de Mengs, envía unos comisionados, entre ellos su consejero para asuntos artísticos Barón de Grimn, que logran hacerse con el 'Perseo', embarcándolo de nuevo, esta vez con destino a San Petersburgo, donde llega en 1780, para formar parte de la colección imperial del Ermitage.
Podemos decir que esos meses que el 'Perseo' de Mengs permanece en Cádiz, es la segunda vez, aunque en efigie, que el héroe heleno visitara estas costas. Ya había venido aquí para solventar asunto muy diferente. No para liberar doncella alguna, sino para matar un monstruo. En efecto, el hijo de Dánae, en sus correrías hazañosas había llegado, en sus días, hasta este Extremo Occidente, donde la imaginación y las leyendas marineras de los griegos ubicaban la existencia de innumerables portentos y seres fantásticos, tal como refiere Hesíodo al comienzo de su 'Teogonía'.
Ceto, Forcis, Equidna, Crisaor, Ortos. y entre ellos la Gorgona Medusa de afilados colmillos, cabellos de sierpes y mirada que petrificaba a cualquier oponente. Perseo, usando de tretas, la reduce y decapita, añadiendo su cabeza a su escudo que de este modo convertía en mortífera defensa.
No sospechaba el atribulado Mengs que en el propio año de su muerte, 1779, el héroe pintado por su mano visitara de forma imprevista los lugares que el héroe de antaño había hollado en los tiempos nebulosos, más acá de los mitos, más allá de la historia.