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Bancos de rapiña

La visión bancaria del mundo adopta hoy un lema descarnado: que los terremotos y la muerte trabajen por mí

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Alos 13 años, John Rockefeller vendía a sus amigos del colegio piedras de colores con las que llegó a atesorar 50 dólares. Pero descubrió el verdadero negocio cuando un granjero vecino de la familia le contó su necesidad acuciante de dinero. ¿Creen que el chavalín le dejó los 50 dólares desinteresadamente? No, claro. Se los prestó a un año y al módico interés del 7%, con lo que ganó mucho, y además aprendió que la usura complementa la holgazanería: «A partir de ese momento decidí hacer trabajar al dinero en mi lugar», dejó escrito.

La visión bancaria del mundo adopta hoy un lema más descarnado: que los terremotos y la muerte trabajen por mí. Por cada cuerpo putrefacto en las calles de Puerto Príncipe, una generosa donación; por cada niña amputada sin anestesia, un corazón altruista; por cada haitiano sediento, una esforzada dádiva. Y en cada gesto magnánimo, donde los demás escuchamos el profundo palpitar de la compasión humana, ellos oyen un sonido reiterativo: cling, cling, cling. Después han escuchado también la protesta ciudadana por las comisiones sisadas a los donantes. Y han dicho que se la devolverán a quien reclame. ¿Por qué no se las integran directamente a los haitianos y acabamos antes? Porque si se les aprieta son desprendidos, pero prefieren no desprenderse del todo.

La insolidaridad, dirán algunos, no es un delito. Justamente porque es fruto de un ejercicio de libertad, nos permite conocer la verdadera naturaleza de quienes la practican. Ellos no son hermanitas de la caridad, dirán otros, no están obligados a preocuparse por los demás. El resto de la población, sin embargo, ha de sentirse concernida ante sus estrecheces y socorrer a Caja Castilla-La Mancha con dinero público o instituir un fondo como el FROB, para que no se apuren y tapen sus agujeros con nuestros impuestos. Se ve que aún así no les llega, por eso al empezar el año nos han subido las comisiones una media del 7%, pese a que la inflación no ha alcanzado el 1%. Ellos que, con la crisis, han ganado algo menos, tienen que ser sufragados por quienes han perdido su trabajo, su casa, su estatus. ¿Que quiénes son ellos? ¿Que cómo es su rostro? Los habrán visto en el cielo de Haití, no muy lejos de los helicópteros salvadores del Ejército estadounidense y la ONU. Son los que baten las alas mientras vuelan en círculo sobre las fosas comunes.

Y se puede generalizar, se puede hablar de 'ellos' porque no hay grandes diferencias. Sólo algunos se apartan de la doctrina de la rapiña, como Triodos Bank, que forma parte de lo que se ha denominado 'banca ética' para hacernos ver con claridad de qué carecen los demás.