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Lula se despide de los doctores que le atendieron en el hospital de Recife al abandonar el centro. :: AFP
MUNDO

La hipertensión frena a Lula

Una crisis aguda provocada por el calor y el estrés fuerzan la hospitalización del líder brasileño antes de ser premiado en Davos

MARCELA VALENTE
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Un pico de hipertensión obligó en la noche del miércoles -madrugada de ayer en España- a Luiz Inácio Lula da Silva a suspender a última hora su viaje a Suiza para asistir al Foro Económico Mundial de Davos, donde estaba previsto que recibiera el premio al estadista global. El reconocimiento, que se entrega por primera vez en cuarenta años del encuentro de mandatarios y financieros en la ciudad alpina, será recogido en su nombre por el canciller brasileño, Celso Amorín.

El presidente se sintió cansado e indispuesto durante una gira por Recife, al nordeste de su país, donde se reunió con líderes políticos locales. El calor, el estrés y su retorno al hábito de fumar le jugaron una mala pasada. Tenía dolores en el pecho y la garganta, y le costaba hablar. Cuando ya había iniciado el vuelo a Davos, su médico le tomó la presión y tenía 18/12, un indicador interpretado como «crisis hipertensa». El facultativo ordenó regresar a Recife e internar a Lula en el Hospital Portugués.

Horas después fue dado de alta tras ser sometido a un electrocardiograma, realizársele una radiografía de tórax y un análisis de sangre. Cuando su presión se normalizó, era tarde para viajar a Suiza. Los medios periodísticos tomaron imágenes del presidente al abandonar la clínica junto a su mano derecha, la jefa de la Casa Civil, Dilma Rousseff, candidata del oficialismo en las próximas elecciones. Lula fue trasladado a su apartamento de Sao Bernardo do Campo, en San Pablo, donde deberá descansar hasta el lunes, como le recomendaron los médicos.

«Compromiso real»

Con la suspensión del viaje, Lula se perdió la oportunidad de recibir en persona un premio «por contribuir a mejorar el estado del mundo». Nada menos. «El presidente de Brasil ha demostrado su compromiso real con todos los actores globales», justificó el fundador del Foro, Klaus Schwab, al anunciar su decisión. «Su compromiso ha ido de la mano de la lucha contra la pobreza, la búsqueda de la justicia social y la acción para colocar a Brasil a la vanguardia del crecimiento económico global», añadió.

Las palabras del representante de la élite económica mundial fueron ratificadas por otro actor global que está en las antípodas ideológicas de la cumbre de Davos: el Foro Social Mundial, que se lleva a cabo en Porto Alegre desde hace diez años con la presencia de decenas de miles de trabajadores, sindicalistas, estudiantes, líderes religiosos, humanitarios y campesinos de todo el mundo. Este encuentro, que nació como la 'contracumbre' de Davos y el lema «otro mundo es posible», se opone al capitalismo. Lula visita cada año el Foro Social Mundial y va periódicamente al de Davos, lo que muestra su liderazgo y su genuina capacidad de amalgamar voluntades, aun las más opuestas. En ambos sitios es aplaudido con respeto desde las tribunas.

El ex líder sindical es uno de los pocos presidentes latinoamericanos que sigue siendo venerado en Porto Alegre. Sus organizadores señalan que si bien no es fácil el cambio más profundo de las bases económicas y sociales de este enorme país, Lula logró en sus dos mandatos reducir la pobreza y estrechar la brecha entre ricos y pobres.

Esta semana el brasileño fue una vez más y se comprometió ante el público a llevar a Suiza una recriminación a los líderes económicos. «Voy a Davos con la misión de decir que si el mundo desarrollado hubiera aprendido en casa la lección de economía no hubiéramos tenido crisis», les prometió. No pudo ser.