Ángela Murillo. :: EFE
ESPAÑA

«La Sala no ha entendido ni papa»

Suspendido el juicio contra Arnaldo Otegi por problemas de traducción en una sesión surrealista

MADRID. Actualizado: Guardar
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La Audiencia Nacional vivió ayer una de las sesiones más surrealistas de su agitada historia. Fue durante la vista en la que se enjuicia a Arnaldo Otegi y a otras dos personas por participar en el homenaje en 2005 al etarra José María Sagarduy. Las pruebas de cargo contra el ex portavoz de Batasuna, las declaraciones en euskera recogidas en el vídeo del acto grabado en Amorebieta, contra lo que cualquiera pudiera pensar, no habían sido traducidas en estos cinco años y tuvieron que ser transcritas sobre la marcha.

Y ahí comenzó el sainete. La intérprete hizo una traducción bastante poco exacta y muy confusa. Los abogados de las defensas se quejaron una y otra vez. y al final la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, locuaz como siempre, resumió la situación con su naturalidad castúa: «Es evidente que la Sala no ha entendido ni papa».

Murillo, que en la primera sesión del juicio ya espetó un «¡como si bebe vino!» a la defensa de Otegi cuando pidió permiso para beber agua, tuvo que suspender la sesión para buscar el auxilio de dos intérpretes de 'repuesto', que hoy intentarán descifrar si lo que dijo Otegi es acusación suficiente como para que se siente en el banquillo.

La letrada de la defensa, Jone Goirizelaia, puso el grito en el cielo y expresó su «protesta» por el hecho de que la Fiscalía y las acusaciones populares, Foro de Érmua y Dignidad y Justicia, «basen sus acusacione» en un vídeo cuyo contenido no conocen. «Vamos a traducir esto y luego veremos lo que hacemos», apuntó Murillo ante el guirigay que se organizó en la sala de vistas a cuenta del vídeo y de la versión muy personal de la traductora. «Tiene usted la completa seguridad de que (su traducción) corresponde a la realidad?», llegó a preguntar la presidenta a la interprete, para entonces presa de un bloqueo total.

«Si sabe euskera...»

Las quejas por la traducción se intensificaron cuando Murillo ordenó congelar la imagen para que la azorada joven revelara el contenido unos carteles en euskera que se veían en el acto. Los abogados aseguraron que la traducción de la intérprete no se correspondía con la realidad. El lío iba 'in crescendo'. La magistrada pidió entonces a los letrados que explicaran que decían las pancartas. Los letrados se negaron. «No es labor de la defensa, sino de la intérprete.si sabe euskera», respondieron.

La traductora, que el miércoles ya tuvo que aguantar las críticas por su deficiente traducción a una de las procesadas que terminó declarando en castellano, se derrumbó y pidió perdón a los letrados. Momento en que afloró la vena más maternal de la juez: «¡Usted no tiene por qué pedirle perdón a nadie!». Pero lo cierto es que la presidenta no estaba nada contenta con el trabajo de la traductora, como confesó por lo bajo, aunque recogido por los micrófonos, a otra de los miembros del tribunal, la magistrada Teresa Palacios.

A todo esto, tuvo que ser el abogado Kepa Landa el que advirtiera al tribunal de que buena parte del jaleo se estaba produciéndo sin que la fiscal del caso, Blanca Rodríguez, estuviera en la sala, pues se había entretenido tras el receso para dar tiempo a que la intérprete hiciera la traducción de la grabación, en la que se pudo ver varios minutos de folklore vasco con 'txalapartas', 'dantzaris' y 'bertsolaris' incluidos.

«¡Aupa Arnaldo!»

El ambiente festivo de la sala contagió al público. Familiares y amigos de Otegi y del resto de los procesados jalearon a los imputados con gritos como «¡Aupa Arnaldo!». La respuesta de Murillo fue prohibir la entrada al público en la sesión de hoy.

Pero no acabó ahí. El surrealismo llegó a límites insospechados en otro receso en el que las magistradas Palacios y Murillo preguntaron a Goirizelaia sobre la suerte de sus patrocinados Jon Enparantza y Estanislao Etxaburu, que se han negado a comparecer y que desde el miércoles se encuentran en busca y captura. Las dos jueces se quedaron boquiabiertas cuando la letrada respondió que ambos están localizables en sus casas y en sus respectivos trabajos sin que nadie haya ido a detenerles.

El único punto serio a la sesión lo pusieron los periodistas de 'El Correo', 'El Mundo' y 'Gara', que confirmaron que las frases entrecomilladas de sus informaciones respondían a declaraciones textuales.