El presidente Barack Obama accede al salón este de la Casa Blanca el pasado lunes. :: AP
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Obama varía el ritmo en busca de apoyo

El presidente esboza una nueva agenda en su comparecencia ante los estadounidenses

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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En el discurso del estado de la Unión de mayor trascendencia en Estados Unidos desde el pronunciado por George W. Bush en enero de 2002, Barack Obama compareció anoche -3 de la madrugada hora española- ante el pleno del Congreso con una nueva batería de propuestas destinadas a recuperar el entusiasmo perdido de una mayoría de compatriotas, pero también buscando aglutinar a su desmoralizado Partido Demócrata, muy confuso tras la reciente derrota en Massachusetts al perder un senador a favor de los republicanos. El tono del mensaje y buena parte de las propuestas esbozadas por el presidente estuvieron condicionadas por el triunfo conservador de la semana pasada, que no solo arruinó la 'supermayoría' de los demócratas en el Senado sino que ha propiciado un efecto dominó en todos los ámbitos de la Administración sobre la suerte las grandes medidas de la legislatura, especialmente la reforma sanitaria.

En las largas horas dedicadas a perfilar el contenido de sus propuestas, Obama tuvo en cuenta la nueva realidad numérica en la Cámara alta, la necesidad de alcanzar acuerdos con la oposición y la sensación de que la gestión del proyecto que lo llevó a la Casa Blanca durante este primer año requería importantes retoques. Los bajos niveles de popularidad de las encuestas venían dando claves importantes de que la ingente actividad legislativa desplegada por su gobierno no estaba calando en un amplio sector de la sociedad. El toque de atención definitivo, sin embargo, lo dieron los votantes de Massachusetts cuando convirtieron una consulta local en una suerte de referéndum que ha reverberado en todo el país como un claro suspenso a su labor al frente del poder del gigante mundial.

Entre las razones para el desapego se ha producido una rápida unanimidad en torno a la idea de una clase media descontenta con la gestión de la crisis y las repercusiones que un mayor endeudamiento del país podrían tener en sus bolsillos. Sea cierta o no esta tesis, Obama construyó buena parte de su discurso para dar certezas de que la recesión es cosa del pasado y que todos los indicadores -no tanto el desempleo- dan pie a ser optimistas sobre la recuperación del bienestar de las familias. Paralelamente, tenía previsto dar detalles sobre el plan para congelar el déficit en los próximos tres años y alejar el miedo de los contribuyentes a un incremento de los impuestos.

En un país donde el índice de desempleo ha alcanzado al 10% y el déficit presupuestario se calcula en 1,35 billones de dólares (960.000 millones de euros) para este año, las encuestas muestran que la economía es la principal preocupación de los estadounidenses, descontentos con la gestión de ese problema y la pasividad de los legisladores.

Prioridad

El presidente también reservó un apartado importante de su discurso para abordar la reforma del sistema financiero y la del sistema de salud, su gran prioridad legislativa que a la que no renuncia pero cuyo contenido depende ahora de la negociación con los republicanos. En educación, uno de los sectores que Obama quiere potenciar durante su mandato, contempla un aumento del presupuestos del 6,2%.

La reforma migratoria, otra de sus promesas electorales que apenas ha tomado forma durante los doce primeros meses de mandato, constituye otra de las prioridades para 2010. El inquilino de la Casa Blanca quiere que el Congreso presente un plan que permita resolver el futuro de los casi doce millones de indocumentados que se calcula que viven en Estados Unidos.

En lo que respecta a la política exterior, Obama vuelve a colocar los programas nucleares de Irán y Corea del Norte en el centro de sus prioridades de defensa sin perder de vista su propuesta de seguir abriendo vías para un mundo sin armas nucleares.

El compromiso norteamericano con los damnificados por el terremoto de Haití movió al presidente a invitar al Capitolio a una representación oficial del país caribeño -en la tribuna de la primera dama, Michelle Obama, se encontraban, entre otros, el embajador haitiano en Washington, Raymond Joseph-, a los que prometió un importante apoyo en las tareas de reconstrucción.