MANIFIESTOS

Tiene mucho de romántico el manifiesto por la democracia eurovisiva que la despechada 'Pop Star Queen' -Karmele Marchante para el siglo- presentó el pasado viernes después de la que RTVE, esa televisión pública que ahora más que nunca pagamos entre todos, decidiera expulsarla por no atenerse a las bases de un concurso - en el que fue seleccionada, sin previo aviso-. Esto es lo de «donde dije digo, digo Diego», que tan buenos resultados electorales está dando a más de uno y a más de dos. Pero como un pequeño golpe de Estado, Telecinco insta al pueblo -así nos llaman en el manifiesto- a seguir votando al 'Tsunami' «como símbolo del valor de la voluntad popular». Les falta entonar aquello de «habrá un día entre todos al levantar la vista». El problema es que si levantáramos la vista caeríamos en la cuenta de que posiblemente tampoco firmaríamos ese manifiesto en el que se habla de antidemocracia, inconstitucionalidad y legitimidad como si fueran estos, valores o contravalores con los que estuviéramos acostumbrados a jugar.

Tiene mucho de romántico que Telecinco hable de alabanza de la corte y menosprecio de la aldea recuperando alguno de los tópicos pastoriles más bobalicones que son lo único que le falta al casposo festival de Eurovisión. Telecinco, parece, es la televisión del pueblo que hasta tiene su princesa y su trovadora. Televisión Española, por el contrario, es la televisión fina de la gran ciudad que tiene en Eurovisión la meca de su cosmopolitismo.

Tiene mucho de romántico que andemos anestesiando nuestras heridas con estos ungüentos cuando al pobre de Brad Pitt lo ha dejado la recauchutada Angelina, pero algo tiene de bueno. Vuelve a estar disponible. Y eso sí que me parece romántico.