Cuesta abajo... pero efímero
Actualizado: GuardarCuando vemos que los valores humanos en esta sociedad consumista brillan por su ausencia...el valor de la persona es por su tener. El éxito se cifra en llegar a lo más alto sin importar los peldaños de miserables que haya que pisar. El placer se paladea sojuzgando a los demás para imponer sus criterios políticamente correctos. Nada es verdadero o falso, sólo será lo que interesa que crean. La diversión del tipo que sea, mientras el cuerpo aguante -se entiende el cuerpo animal-. El bien y el mal son sinónimos de apetecer o rechazar respectivamente, dando cuerda al placer que más solace. La amistad es un interés para progresar, si me interesa la izo conmigo porque conviene; si se oponen a mis intereses, por cualquier motivo, volverán a l a más absoluta nada.
La fidelidad no existirá ya que es sinónimo de aburrimiento. El amor es sólo capricho y depende su duración de la caducidad, que caduca cuando aparece otro más apetecible en el mercado.
La mujer quiere ser hombre. Hombres que desean ser mujeres. Los indecisos escogen lo que más les convenga. Hombres o mujeres, qué más da si la elección puede cambiarse como el color del cabello. La obediencia está pasada de moda. No hay un código que castigue la desobediencia, al menos no está en los parámetros de la sociedad actual.
El protagonismo se actualiza al precio que sea, con presunción, aún a costa de dejar en ridículo a la propia familia.
Todo lo tradicional, lo que ha garantizado unas normas de convivencia: lealtad, generosidad, laboriosidad, fidelidad y entrega y muchas más, son apartadas para experimentar ese «progreso» que está descubriendo las sopas de ajo o el caminar bípedo, aunque ahora elaboran los derechos del primate y se lo niegan a la embarazada (naturalmente si está humana». Todo tan digno como los derechos de cualquier vegetal, y no digamos si es especie protegida, aunque ello lleve aparejado la muerte de aquel rebaño de Arcos, que creo que recordamos de hace pocos años.
Pero no nos asustemos, a nada que escarbemos en las conciencias y oigamos a todos, que ahora sólo oímos a los vocingleros, a los propagandistas del progreso que acallan a todos los retrógrados que además suelen ser -me parece que fascistas- y no son dignos de ser escuchados porque además son católicos.
Pero oigamos lo que dice la modelo brasileño María José Rossi «El mundo de la belleza de la fiesta constante, de las drogas, del sexo...es una mentira. La felicidad de la discoteca se acaba al amanecer. Cristo dura siempre».
No todo está perdido, comprobamos con ilusión cuando leemos palabras así que oxigenan el ambiente y hay algo más que «progreso». Lo de siempre, lo que hemos vivido y practicamos es perennemente nuevo, como nueva es la ilusión del día a día para ser cada vez mejores.