Obama echa el freno al gasto público
El presidente quiere transmitir a la clase media la imagen de un Gobierno fuerte que no acudirá a la subida de impuestos
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarEn su primer discurso sobre el estado de la Unión, Barack Obama comparece hoy ante el Congreso para defender que su proyecto político sigue intacto y que el traspié de Massachusetts no afectará a la determinación de los demócratas de seguir con su ambiciosa agenda social. Sin embargo, la realidad de las cuentas públicas, con un gigantesco déficit que no ha cesado de crecer por la crisis y las guerras de Irak y Afganistán, obligará al presidente a echar el freno a su política de gasto y a modificar sustancialmente algunas de sus prioridades, justo cuando la economía empezaba a dar señales de reactivación, gracias, en gran medida, a la mano generosa del Gobierno.
Hace tiempo que los expertos advierten de que la astronómica deuda del país constituye una bomba de relojería que no sólo limita las posibilidades de recuperación de la economía sino que condiciona la capacidad de liderazgo de EE UU en el mundo. La Oficina Presupuestaria del Congreso prevé para este año un déficit de 1,35 billones de dólares -unos 960.000 millones de euros-, lo que supone un 9,2% del PIB, una cifra inferior a la de 2009, año donde Administración exprimió sus arcas para salir de la recesión.
El plan de Obama para enderezar la situación consiste simple y llanamente en congelar el gasto federal -los que el Gobierno considera «no imprescindibles»- durante tres años, y afectaría a programas y entidades federales para las que el Congreso adjudica un presupuesto variable. Quedarían exentos los gastos en seguridad, defensa y ayuda internacional, así como los fondos para la Seguridad Social y los programas de sanidad pública.
Aun está por ver cuáles serán las áreas más afectadas por los recortes, pero algunos medios dan por hecho que la propuesta podría reducir las ambiciones legislativas del mandatario, especialmente en sanidad, educación y vivienda, sus planes para mejorar el transporte público con el desarrollo de líneas ferroviarias de alta velocidad o las grandes apuestas tecnológicas destinada a la impulsar el uso masivo de las energía limpias.
No está claro que Obama haya pactado estos recortes con miembros de su partido, una situación que le puede acarrear problemas sobre todo en los departamentos más sensibles al electorado como educación y medio ambiente. Algunos analistas van más lejos y opinan que la decisión del presidente de traer a primer plano la contención del déficit tiene que ver con su deseo de dar un mensaje a la clase media -centro de todos los análisis tras la inesperada derrota en Massachusetts- de que el Gobierno no financiará el agujero presupuestario vía impuestos.
Comer pasteles
La oposición no parece que vaya a mostrarse impresionada. Un portavoz del líder republicano, Michael Stell, ironizó con la política presupuestaria y señaló que el recorte del gasto «es como anunciar una dieta tras ganar un concurso de comer pasteles», en alusión al supuesto derroche de los últimos meses. La réplica demócrata no se hizo esperar, argumentando que «fue Bush quien se comió todos los pasteles», en alusión a las controvertidas decisiones del el ex presidente de poner en marcha dos guerras que están en la base de los fuertes desequilibrios de las cuentas públicas.
En las horas previas a su comparecencia, Obama aprovechó una entrevista con la cadena ABC para destacar que no está obsesionado con la reelección. «Prefiero un mandato bueno que dos mediocres», respondió a las críticas de los últimos días. «Nuestro trabajo no es luchar para mantenernos en el poder, sino resolver los problemas de la gente» dijo quitando importancia a las encuestas que insisten en una importante pérdida de popularidad.
En una referencia a Al-Qaida, el mandatario aseguró que la red terrorista está «enormemente debilitada» en comparación con 2000, y lo demuestra el reciente mensaje de Osama bin Laden sobre el fallido atentado en Detroit.