Del hara-kiri japonés al desparpajo español
Actualizado:Los datos de la Universidad de Aalborg (Dinamarca) asustan: «Entre el 50% y 60% de los estudiantes que copian son extranjeros, mientras que el número total de alumnos foráneos sólo suma un 13%», refiere el profesor Óscar García. A orillas del mar del Norte, el examen escrito tradicional casi no existe: los alumnos realizan continuos proyectos que cimientan su nota final. Así que el problema no reside en la chuleta, sino en el plagio: «Las reglas están muy marcadas, pero el proceso es costoso. El castigo suele ser la expulsión durante un semestre». Santiago Esparza salió de la Universidad de La Rioja, fue profesor en Osaka (Japón) y ahora da clases en Suecia. En el Extremo Oriente no pilló a nadie copiando, pero atisba lo que podría pasar: «Si a algún universitario japonés se le ocurriera copiar y lo pillaran, la vergüenza lo llevaría fácilmente al suicidio», bromea. Todos coinciden en que la actitud ante las trampas estudiantiles varía mucho según el origen del alumno. Cristina González, profesora en la Universidad de Varsovia, precisa que en Polonia las trampas son raras: «Los estudiantes son muy respetuosos con sus profesores; sumamente educados. En España, todos sabemos cómo se funciona». Y el profesor Conde remata desde Oxford: «Prefiero no hablar de mis experiencias con estudiantes españoles; lo dejo a su imaginación... y no imagine nada bueno».