La solidaridad que llevó la luz hasta Mali
El doctor Díaz Ramos formó parte de la expedición de la ONG Afmal con el objetivo de operar cerca de 500 cataratas Un oftalmólogo del Hospital Juan Grande participó en una misión humanitaria en el país africano
Actualizado:Hay muchas maneras de entender la solidaridad. Eso debieron pensar los profesionales sanitarios que se embarcaron hace apenas dos meses en una misión humanitaria: operar casi 500 cataratas a pacientes de Mali. Entre ellos, un oftalmólogo del Hospital Juan Grande, Antonio Luis Díaz Ramos, que ha participado por primera vez en la iniciativa de la ONG Afmal.
El proyecto 'Ridare la luce' -llamado así por su origen italiano- se centra en la localidad de Gao, la capital de una provincia que lleva el mismo nombre. «En su hospital no hay oftalmología. Solamente hay especialistas en la capital, Bamako», explicó Díaz Ramos.
«Mali es un país más grande que España y la gente se queda ciega por cataratas porque no tienen recursos suficientes para trasladarse a la capital», contó el especialista. «Lo más impresionante fue ver cómo llegaban los enfermos ciegos, de la mano de sus familiares y con su saquito de comida después de haber andado muchos kilómetros», explicó el doctor desde su consulta en el centro sanitario jerezano.
Con jornadas de trabajo de hasta doce horas, «la experiencia ha resultado muy positiva pero agotadora», reconoce el doctor puertorrealeño. Cada uno de los doce días comenzaba a las ocho y media de la mañana y terminaba a las nueve de la noche. «Estábamos operando todo el tiempo porque éramos pocos oftalmólogos cirujanos. Descansábamos para comer y seguíamos», contó Díaz Ramos.
Además de los cuatro sanitarios españoles (dos de ellos, de Sevilla), otros dos italianos formaban parte del equipo. Eran ellos los que llevaban todo el material necesario para operar en Mali en las mismas circunstancias que en cualquier país europeo: instrumental, lentes, medicinas... «Las cataratas estaban en un nivel muy avanzado y teníamos que utilizar una técnica más compleja de lo habitual», detalló el médico, que asegura que volverá a trabajar en una misión humanitaria. Además de las 488 cataratas, el equipo médico también intervino casos de pterigions y otras patologías como los implantes secundarios de lentes intraoculares y un glaucoma congénito.
Humanidad
Entre las impresiones que se han traído los profesionales de su experiencia, el doctor del Hospital Juan Grande recuerda «la entrega de los pacientes con los médicos. La cirugía se alargaba más de una hora y los pacientes ni se movían ni se quejaban. Cuando yo terminaba, se ponían de pie y te apretaban las manos como agradecimiento. En España la operación apenas dura quince minutos y hay quien protesta por cosas tan simples como la almohadilla». Otro de los recuerdos que el doctor lleva grabado es la imagen de los usuarios esperando su turno. «No había sillas, por lo que todos se sentaban en el suelo y los ancianos -que eran los que padecían las cataratas- miraban al infinito. Podían estar así horas», asegura.
«A esa gente le hemos cambiado la vida», resumió el doctor, que asegura haber tardado varios días en darse cuenta de la importancia de esta experiencia, tanto en lo profesional como en lo personal, tras volver a España. Eso sí, se le ha quedado una pequeña espina clavada: comprobar los resultados. «Hubiera sido bonito haber hecho las revisiones a los pacientes que habíamos intervenido. Como éramos pocos cirujanos, nos dedicábamos a operar exclusivamente mientras que los otros oftalmólogos pasaban la consulta. Me gustaría haberlo saboreado más», dijo. Por lo menos, los compañeros hicieron fotografías de los pacientes, alegres porque habían recuperado la visión por completo (la mayoría de los casos eran intervenciones de segundo ojo, es decir, personas que ya habían sido operadas de cataratas de uno).
A pesar de la relevancia de estas 500 operaciones en apenas doce días, misiones como éstas no dejan de ser una solución temporal: «Haría falta formar a profesionales de allí. Se está estudiando un proyecto de cooperación en el que estén implicados los gobiernos para que médicos de Mali pudieran formarse en España o en Italia y luego trabajen en su país».