Ventajas de ser pobre
Mientras algunos ayuntamientos cierran su padrón a cal y canto, en Cádiz se inscribe en el censo hasta a los que no estaban en casa
Actualizado: GuardarUna vez tuve un compañero que decía: «Lo único que me gusta de Cádiz es que es tan pobre que no tiene inmigrantes». Ese comentario, que retrata a su autor como al prohombre que no era, se aparece con fuerza estos días. El papafrita -que hacía chistes a diario de la grima que le daban negros, moros y rumanos- seguro que ha mandado dos euros para Haití.
Aquel colega racista adelantó, sin pretenderlo, la contradicción que viven distintos ayuntamientos españoles a la hora de admitir vecinos. Mientras que Torrejón y Vic han cerrado su padrón para abrir la caja de los truenos xenófobos, con el eslógan «no caben todos», Cádiz se muere de ganas por incrementar su menguante lista de residentes. Algún concejal se encabrona con el que no se empadrona. Queremos que vengan más. Debe de ser que aquí caben tela.
Es lo que tienen las ciudades de la España rica, que les salen aspirantes a vecinos de debajo de las piedras (lejanas). Será que aún hay algo de vivienda y empleo... El que no quieren los españoles (o catalanes, o madrileños, o vascos...) como Dios manda. Mientras, en esta zona, esa «tan pobre» de la Andalucía más meridional, tenemos que cazar a lazo a uno quiera vivir aquí. Incluso hay que registrarlo por narices, es decir, «de oficio». Llegamos a inscribir como vecinos a los que no están en un piso vacío bajo el científico argumento de que «habrán bajado a por el pan». Somos la mar de acogedores, estamos con los brazos y el padrón abiertos, pero no quieren venir. Será que no tenemos nada que compartir, ni siquiera sobras. Unos se lamentan de ser ricos. Los otros, de lo contrario. Es curioso. Los que se creen mejores (los que viven bien, los que más tienen...) siempre quieren aclarar que, simplemente, son «distintos». Los que sufren algún tipo de desventaja (psíquica, física, económica, laboral, territorial...) insisten constantemente en que sólo quieren ser «iguales» que todos los demás.
Vuelven las querellas
Es lo que tiene confesar sin hacer acto de contrición. Que se vuelve a pecar antes de acabar la penitencia. PSOE y PP no han tardado ni un mes de 2010 en mostrar que sus declaraciones de moderación y paz política merecen el mismo crédito que los plazos de las grandes obras. Ni alrededor del Bicentenario ni en el pleno municipal. Ha durado menos que el invierno. Cabaña soltó lo de los viajes de Teófila (si nos pusiéramos a repasar gastos y rentabilidad de todos los departamentos, de varias administraciones, ligados al Doce...). La alcaldesa anuncia una querella criminal contra el socialista Pérez Peralta por unas críticas (maquillaje financiero, desvío de partidas, déficit oculto...) que son moneda común en decenas de declaraciones políticas que se hacen a diario en España. Otra vez a las andadas. No ha cambiado nada. Todo lo que decían todos era mentira. O no conocen otra verdad.
Oscura conexión
Dice el Diccionario de la Real Academia de la Lengua que enchufar es establecer una conexión. O sea, conectar. Los que ponen en práctica ese verbo, sin ser concejales, desde atrás, como en las comparsas, aplican una forma de combatir la lacra del paro. Por eso en Cádiz capital, dicen, hay menos. Por ese tipo de conexiones. A los que se lanzaron a la aventura de la empresa privada, después de obtener durante años información confidencial a través de un cargo de confianza, y les fue mal, siempre se les puede recuperar. «No te preocupes, hombre. Tu medio kilo siempre estará aquí, esperándote, por si te va regular». les dicen. Y puedes traerte a un par de amigos, antiguos colegas sin comillas. Qué suerte si nos pasara a todos. Qué raro que sólo le pase a unos cuantos. Y que todos los contratos públicos, las pocas vacantes, les lluevan siempre a los parientes de otros pocos. Y que los del partido de enfrente no digan nada. Ni los colectivos profesionales. Será que todos están calentitos. Que todos tienen qué callar. Sólo los que se van al paro sin tito que les salve, sin red, sin que nadie les guarde sitio, saben lo que es pasar frío.