El poder de la pequeña maga. Christopher Bailey ha fichado a Emma Watson, la popular Hermione de Harry Potter, como imagen de Burberry.
Gente

Vida más allá de los cuadros y el 'trench'

Christopher Bailey, el chico del supermercado, supera la muerte de su novio y catapulta Burberry manteniendo sus señas de identidad: su icónico estampado y la gabardina clásica

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hay vida más allá de los cuadros y las gabardinas. A sus 39 años, Christopher Bailey luce un rostro aniñado y algo lánguido. De chaval bueno y valiente al que no le asustan los retos. No se amilanó cuando abandonó Gucci y Donna Karan -«no quería aferrarme tanto a una idea estética», subraya- para volver a su país y ponerse al frente de la marca británica de lujo más famosa. Lo hizo en contra del criterio de amigos y familiares, que creyeron que había perdido la cabeza. El regreso a casa del chico que se ganó la vida de adolescente trabajando en un supermercado y vendiendo periódicos supuso en realidad una vuelta de tuerca a su futuro personal y profesional. Reconvirtió Burberry, una firma tradicional y un punto demodé, en una marca moderna sin perder sus señas de identidad: su icónico estampado de cuadros en los famosos tonos beis, granate y negro, y el 'trench', una prenda clave en la historia de la moda. «Nunca quise olvidarme del pasado», sostiene.

No sólo eso. La Reina Isabel II le nombró Miembro de la Orden del Imperio Británico por su contribución al mundo de la moda al sanear las cuentas de la empresa para la que trabaja desde 2001 y situarla a la altura de grandes trasatlánticos del lujo, como el grupo LVMH (Louis Vuitton, Donna Karan, Loewe...) y Hermès. Burberry ha capeado mejor que muchas de sus competidoras la peor crisis de las últimas décadas con un aumento, el pasado año, del 5% de las ventas y doblado el valor de sus acciones en la Bolsa de Londres. Todo ello gracias a la capacidad de su director creativo, poco amigo de los halagos personales.

Sus compañeros le adoran. Bailey tiene como máxima tratar a las personas «tal como tú esperas que te traten». En dos palabras: con amabilidad y simpatía. Es «muy sensible a las necesidades de la gente» y detesta «la antipatía y la tirantez». Procura asegurarse que todo su equipo «esté contento y se divierta. Es importante crear un entorno agradable», remarca. «Sin el trabajo en equipo, no habría nunca éxito», zanja.

Números aparte, Bailey dio muestras de su carácter cuando tuvo que pasar por el duro trago de ver a diario cómo se iba apagando la vida de su pareja, el belga Geert Cloet, con el que convivió ocho años. Guapo, educado y con un cargo importante en Miu Miu (la línea urbana de Prada), falleció de un tumor cerebral. Tras ser operado en Milán, Bailey lo trasladó a su Yorkshire natal para que lo cuidara su familia mientras él trabajaba. Tuvo que hacer de tripas corazón. De puertas para fuera, llevaba un carrerón vistiendo a las celebrities. La lista es infinita: Gwyneth Paltrow, Blake Lively, Agyness Deyn, Eva Mendes, Cameron Diaz...

«Un mundo de desgracia»

Fue su novio quien le rogó que no dejara de diseñar. Durante aquella época lo único «normal» en su vida era «el trabajo». Le sirvió de «guía» para enfrentarse a un mundo lleno de «desgracia» y médicos. «Un desastre» del que este adicto a la lectura -afición que dice practicar incluso «cuando camina»- y a la jardinería se recuperó volcándose en la moda. A diferencia de modistos caprichosos y extravagantes que ambicionan dejar su sello en todo lo que tocan, el inglés profesa un profundo respeto por una marca con 153 años de historia. Se siente «el guardián de las increíbles llaves» de Burberry. Resolvió con éxito la ecuación de buscar nuevos clientes sin perder a los de toda la vida. Tuvo claro que todo cambio pasaba por el trench como punto de partida y su «reinterpretación» cada temporada. «Procedemos de la gabardina clásica», admite. Está fabricada con el mismo tejido que la ropa con la que Amundsen alcanzó el Polo Sur en 1911 o con el que se forraban los abrigos con los que los oficiales ingleses combatieron en las trincheras (de ahí 'trench') en la I Guerra Mundial.

Christopher quiere llegar a todos los públicos. A la gente que vive en la ciudad y el campo; a clásicos y modernos... «La vida es bonita por su diversidad y el 'trench' es una de las pocas piezas que no tiene edad». En su afán por actualizar apegado a la raíces, ha fichado como imagen a Emma Watson, la chica de Harry Potter, por representar «una belleza clásica con un toque moderno». Bailey tiene respuesta para todos y casi todo. Diseña todas las colecciones y productos de la casa, las campañas publicitarias y hasta las nuevas oficinas centrales de Nueva York, Londres y Tokio.

Se le ve feliz en este mundo tan fashion. Cuenta que le ha proporcionado «una vida increíble» y que le encantan «las excentricidades y caprichos» de la moda. «Para la gente que trabaja en este mundo, nada es demasiado loco», confiesa. Sin embargo, no le importaría volver al supermercado de Yorkshire. Tras la muerte de su pareja, aprendió que «nada es para siempre. Es una lección difícil que todos debemos asumir en algún momento», remarca el joven que ha convertido a un caballero medieval -símbolo de Burberry- en emblema de la modernidad. Como el 'trench' y los cuadros más 'cool'.