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Pepe Herrera, junto a su hermano mayor, Isidoro, y la mujer del primogénito de la familia Herrera. :: LA VOZ
Jerez

Embajador de Jerez en Bilbao

Abanderó la expansión de los vinos y brandies jerezanos en los años 60 del pasado siglo, consiguiendo vender un millón de cajas al añoPepe Herrera fue el ilustre representante de Bodegas Domecq en el norte de España

RAFAEL LORENTE
JEREZ.Actualizado:

Habiendo publicado nueve apellidos de la letra G, de la que hemos extraído y resaltado a diferentes miembros de estas familias jerezanas cuya trayectoria vital ha sido beneficiosa o benefactora para nuestra ciudad, desembocamos en la letra H, de la que ya escribimos la semana pasada la interesante vida del Coronel Isidoro Herrera. Continuando con los Herrera, hoy queremos traer a las páginas de LA VOZ a su hermano Pepe Herrera, quien fuera distinguido representante del vino y el brandy de Jerez en las Vascongadas. No sin antes hacer una pequeña descripción de esta familia cuyos antepasados procedentes de Galicia -Los Ferreira- desembarcaron en el puerto de Cádiz a principios del siglo XVIII. Estos comerciantes gallegos recalaron en Cádiz buscando mercancías para su comercio con ultramar, del que destacaba el negocio del vino de Jerez.

Debido a las frecuentes visitas para las transacciones que llevaban a cabo, se asentaron en nuestra ciudad, donde adquirieron un viña en la carretera de Sanlúcar y una bodega de almacenamiento en la calle Juana de Dios Lacoste nº 12, con el fin de controlar los costes de los vinos y de otros productos de la tierra. En ella, además del granel, embotellaban sus propias marcas.

Fue uno de sus herederos José Herrera Fernández, el que continuó con el negocio de su padre, ampliando la gama de vinos de Jerez con la inclusión del brandy y de diversos licores.

Casó José Herrera con Matilde Fernández-Humánez de cuyo matrimonio nacieron diez hijos: Isidoro, José, Matilde, Manolo, Juan, Luis, Dolores, Francisco, Antonio y Rafael. De entre ellos ya publicamos la semana anterior al primogénito, continuando ésta con el segundo, quien fuera amistosa y profesionalmente conocido como: Pepe Herrera.

Inicios empresariales

Nació Pepe en Jerez en la primavera de 1903, realizando los estudios primarios en el domicilio familiar con un profesor particular, pasando a ingresar, como su hermano Isidoro en la escuela de San Joaquín, que por aquellas fechas su director Domingo Argüelles Terán la había trasladado a la calle de Mesones nº 6. Terminado el bachillerato pasó a estudiar la carrera de Marino y de Comercio, las que tuvo que dejar por ser requerido por su padre para llevar la contabilidad del negocio familiar de la viña y la bodega, como también, de la parte comercial de los productos de ésta, que como decimos, estaba situada en la calle Carpintería Alta, frente al actual Colegio del Salvador.

Trabajó con su padre el tiempo que fueron rentables los negocios del campo y la bodega hasta que al cierre y liquidación de éstos, Pepe Herrera pasó a hacerlo en las Bodegas Domecq. Entró al principio como escribiente emérito, pasando por diferentes oficinas y negociados, para con los años y dado el conocimiento adquirido, hacerse representante de la Casa Domecq en Bilbao. Corrían los años 60 del pasado siglo, década prodigiosa para los vinos y brandys de Jerez, a los que el concienzudo trabajo de sus representantes elevó a cifras de ventas insospechadas, llegándose a millones de cajas al año, las que para sí quisiéramos ahora todos los jerezanos que amamos al vino y a Jerez.

Estos antiguos representantes del vino de Jerez fueron unos verdaderos entusiastas que llevaron a cabo una labor encomiable; su denodada afición les hacía ser unos verdaderos embajadores del Jerez allí donde estuvieran. Tal fue el perfil de Pepe Herrera en las Vascongadas donde procuró que no hubiera hotel, bar o restaurante que no tuviera sus anaqueles y vitrinas plagadas de los vinos jerezanos que representaba, cuyas marcas puso número uno en ventas. Esto no es posible sino a fuerza de mucho trabajo, de un constante visitar a sus clientes, de hacerse amigo de ellos, de compartir y departir, de asistir a todo tipo de eventos, reuniones, presentaciones, inauguraciones, congresos, etc. estando pendiente de que en todos estos actos se bebiera vino y brandy de Jerez.

Relaciones públicas

Unos días antes de la Semana Mayor de Bilbao, en la que se celebran las fiestas más importantes de la ciudad, Pepe Herrera invitaba a todos los medios de comunicación a un almuerzo que daba en el centro del coso de la plaza de toros de la ciudad. Ni que decir tiene que, tras la opípara comida regada con los excelentes caldos jerezanos, la repercusión en prensa, radio, etc. era enorme, dado que se hacía para darle mayor auge y proyección a las fiestas de la ciudad; obviamente y, debido a quien lo organizaba, el nombre de Pepe Herrera y de los vinos de Domecq aparecían en todos los medios de comunicación, aumentando con ello las ventas del Jerez.

Llegadas las fiestas, nuestro paisano compraba todo un tendido de la plaza de toros de Bilbao, regalando sus localidades a un buen número de amigos, periodistas y empresarios hosteleros y restauradores y a algunos jerezanos miembros de la familia Domecq que llevaba hasta Bilbao en representación de la casa vinatera y, por supuesto, a todos aquellos sumiller y camareros que más botellas de la marca jerezana habían descorchado, a los que les hacía guardar el tapón compensándolos económicamente. Ni que decir tiene, que después de estas jornadas, Pepe Herrera y el Jerez que representaba salían fortalecidos, por lo que se transformó en el más egregio embajador de nuestra ciudad en Bilbao.

Por esta razón, no había jerezano que visitara la capital vasca y pasara una jornada con Pepe Herrera que no volviera contando maravillas del trato recibido por nuestro paisano y por los directores de las instituciones, bares o restaurantes que en su compañía hubieran frecuentado. Estas excelentes relaciones públicas redundaban en la venta de miles y miles de cajas o lo que es lo mismo el ingreso de millones de pesetas en nuestra ciudad.

Habrá quien diga que, en todo caso a la bodega Domecq, opinión no del todo exacta ya que parte de esos dividendos iban destinados a las empresas auxiliares que entorno a la industria del vino existían en Jerez, dígase: fabrica de botellas, fabricas de tapones, de cajas de cartón, de cápsulas, tonelerías, industrias gráficas y todo lo que el vino exigía y conllevaba para su envasado, presentación y venta y que ahora, ¿quién sabe por qué?, han desaparecido; hay quien lo atribuye al cambio que traen consigo las modas, la gente se ha aficionado a otras bebidas, bebiéndose menos vino y brandy de Jerez. Hay quien piensa, que el sector se ha dormido en los laureles y que debiera de haber hecho diferentes campañas de publicidad adaptándose a los tiempos. Que la calidad demostrada a lo largo de siglos y el reconocimiento mundial de nuestros caldos nos proporcionó un exceso de confianza y un relajamiento que han aprovechado otras regiones vitivinícolas y denominaciones de origen, para abrirse hueco e ir ocupando más puestos y porciones de la tarta del consumo de vinos, relegando a nuestro sector a menores niveles de consumo.

Amistades

Sea una u otra razón, no es a nosotros a quien nos corresponde estudiar y corregir, sino a los técnicos y especialistas, los que presentimos estarán en ello. A nosotros desde nuestro «ángulo de visión» solo nos reta recordar en las páginas de LA VOZ a aquellos embajadores del Jerez que tantos cientos de millones ingresaron en sus empresas, trayendo riquezas y bienestar a nuestro pueblo, popularizando nuestros vinos y dando nombre y prestigio a nuestra ciudad. Aunque por su apellido hoy hemos destacado a Pepe Herrera, hubo otros compañeros que realizaron la misma labor en diferentes capitales y regiones de España, tales fueran: Pepe de la Riva en Cataluña y Pepe González de la Peña en Madrid, en cuyas visitas a Jerez solían reunirse por motivos comerciales y de objetivos de ventas, etc. Debido a su don de gentes y popularidad, las reuniones de este trío de Pepes gozaban de gran expectación por el sinfín de anécdotas que entorno al vino se contaban, la mayoría relatadas en clave de humor, todas fruto de las experiencias vividas como representantes de los vinos y brandys de Jerez en tierras extrañas a nuestra forma de ver la vida. Pepe Herrera se casó con la bilbaína Nieves Gutiérrez Quirce con la que, una vez jubilado, pasó largas temporadas en su Jerez natal, alternando otro periodos vacacionales en la tan querida para él ciudad de Bilbao, en donde a lo largo de tantos años de trabajo se había granjeado el cariño de una buena parte de la ciudadanía.

Pepe Herrera falleció el 12 de septiembre de 1992 a la edad de 89 años, cerrándose con él uno de los interesantes capítulos de la historia del vino de Jerez.