CHINA
Actualizado: GuardarSí, amigo lector. Al igual que usted estoy sopesando; no sé si preocuparme o alegrarme. Hombre, en mi modesta opinión, hay que alegrarse del bien ajeno, es de personas bien nacidas. En principio, los últimos datos económicos que revelan que China crece a ritmo endiablado, no es más que una constatación de algo que todos vamos percibiendo a diario. En nuestras ciudades, ya no queda una manzana sin su bazar o su restaurante chino para el uso y disfrute del personal. Es más, la clásica etiqueta con el 'Made in China' que nos alertaba, en décadas pasadas, de la mala calidad de un producto, la hemos integrado de tal manera, que, ahora, nos extraña que algo no esté fabricado en allí. Es como si hubiéramos asumido que la fábrica del mundo está detrás de la muralla esa que se ve desde la luna, para lo bueno y para lo malo. Pero, claro, y aquí está el meollo, ¿hasta dónde van a llegar los chinos en su afán de crecimiento? Porque pocos no son, y si se despierta el famoso dragón y sale a pasear su fuego con ostentación occidental podría llegar a arrasar el viejo mundo de ojos como platos en dos telediarios. Yo pienso que no tenemos porque preocuparnos de este asunto, el tema está bajo control. Por ellos, por supuesto. Lo siento mucho por los nacionalismos, mayoritarios o minoritarios, con afán de supervivencia; por la Europa de los pueblos y por las culturas en general; de aquí a un tiempo, todos chinos. Lo tengo claro desde hace tiempo, yo ya he pasado el duelo, ahora le toca a usted. El planeta Tierra es un eufemismo insostenible, la galaxia está pidiendo a gritos un 'planeta China'. Siento ser tan directo, pero las verdades que escuecen al principio curan antes. No sé el tiempo que nos queda de europeos, pueden ser unas décadas, a lo sumo un siglo. Y ya verán ellos, los chinos, qué es lo que hacen con el calentamiento global y con los grandes temas comunes. Ese será su problema. Pasen buen día, si pueden.