Honduras pacta con la República Dominicana una salida para Zelaya
Actualizado: GuardarPosiblemente ninguno de los implicados en la crisis de Honduras esté plenamente satisfecho con la solución. Pero se trata de pasar página al golpe de Estado que siete meses atrás depuso a Manuel Zelaya. Para ello, el nuevo presidente electo, Porfirio Lobo, se comprometió ayer a entregar un salvoconducto para que su predecesor, la familia y el entorno viajen como huéspedes a República Dominicana. Para garantizar que todo vaya bien, será escoltado por el mandatario de aquel país, Leonel Fernández, quien desde hace un mes gestiona una salida elegante. Zelaya no pedirá asilo político.
A seis días de asumir el mandato obtenido tras unas cuestionadas elecciones, Lobo firmó en Santo Domingo y en presencia de Fernández, el 'Acuerdo para la reconciliación nacional y el fortalecimiento de la democracia en Honduras'. El político hondureño, que también apoyó la ruptura democrática, afirmó que insistirá para que el Congreso apruebe una amnistía, a la que se oponen tanto los seguidores de Micheletti como los del Frente Nacional de Resistencia Contra el Golpe de Estado. Horas más tarde, a su regreso a casa, Lobo explicó su compromiso de «dictar un auto de salvoconducto» en cuanto el día 27 asuma el mando.
Retiro de Micheletti
Cuando eso suceda, Micheletti, el hombre que encabezó el movimiento que derribó a Zelaya, asistirá a una misa, según dijo ayer al informar de que era su «último día en la presidencia». «Me retiro a mi casa por la paz de la nación y porque no quiero ser un obstáculo para el nuevo Gobierno. Desde ahora el consejo de ministros está al frente de la administración», agregó. Pero advirtió de que «retornará si las circunstancias lo merecen y la patria lo exige». También se justifico: «Cumplí con mi misión de salvar a Honduras de un hombre que, como Hugo Chávez, intentó cambiar el destino democrático del país... Y se lo impedimos el 28 de junio».
Ese día, un grupo de militares sacó a Zelaya de la cama y lo llevó a Costa Rica para impedir que avanzara la convocatoria de un referéndum constitucional con el que buscaba, al estilo de otros mandatarios de la zona, propiciar la reelección. Tras gestiones para forzar su regreso, ingresó en Tegucigalpa el 21 de septiembre con la esperanza de que la presión popular lo devolviera al poder. Sin embargo, los golpistas mantuvieron a raya la situación y lleva 122 días casi incomunicado en la Embajada brasileña.