El Celta deja vivo a un Atlético superado por un 'segunda'
El canterano De Gea salva a los colchoneros en un segundo tiempo que el once celtiña convierte en un monólogo
MADRID. Actualizado: GuardarCon el Atlético sobre el campo todo puede pasar. Y los más pesimistas y conocedores de la historia rojiblanca lo decían al principio del encuentro con la boca pequeña. Así, como para no aguar la fiesta a los más de 42.000 personas que ayer se acercaron al Calderón al calor de un equipo que ha revivido en 2010. Y claro, los más agoreros, como casi siempre en ese club del Manzanares, llevaban razón. Sobre todo, cuando el Celta se adelantaba en el marcador con un tiro cruzado de Trashorras a pase de tacón de Iago Aspas. Era el m inuto ters y muchos colchoneros comenzaban a arrepentirse de ir al cadalso calderoniano.
Pero hubo que no. Uno nuevo. Advenedizo en esto de amar a dos colores que pesan como una losa en la camiseta. El primer fichaje de invierno, Tiago, comenzaba a ganarse a su nueva afición con un testarazo que empataba el encuentro.
Hasta el descanso, celtiñas y atléticos se intercambiaron unos cuantos golpes pero ninguno llegó a ser todo letal. El Celta no se mostraba como un equipo de Segunda al uso. No se parecía en nada al Recre que el Atlético goleó hace una semana. Los de Eusebio llegaron incluso a tocar el balón hasta marear a los locales que sólo enseñaban las uñas cada vez que le llegaba el balón a Agüero, ayer muy individualista.
En la reanudación, el Atlético hace el ademán de salir a por el partido pero quien verdaderamente llega es el Celta, que de no ser por tres, sí tres, paradones de D. Gea se hubiera adelantado de nuevo en el marcador. Los gallegos dominan el partido e imponen un estilo tan efectivo de llegadas como preciosista. La respuesta a este dominio celeste por parte del Atlético, muy arropado por su afición, sólo son las jugadas a balón parado.
Al final, el Celta se fue para Vigo con un sabor agridulce porque si bien el empate en el Calderón no era malo a priori sí que se mereció mucho más después de un segundo tiempo en el que los de Eusebio se mostraron muy superiores. La posesión del balón fue celtiña en todo momento y la aportación de Agüero y Forlán fue nula.