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PROGRESÍA DISIDENTE

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Lo de Obama comienza a parecerse al dicho popular: que se joda el capitán que hoy no como rancho. La miopía americana, tan infantil en sus ideas y tan suya en sus prácticas violentas, ha hecho que el presidente negro descarrile cuando aún le quedan por delante tres años. Ponen arena en sus ruedas para que su fuerza no implique movimiento. Perder la mayoría absoluta en el Senado es como perder la virginidad. Y si las técnicas modernas pueden recomponer un virgo, sólo se engaña al marido la primera noche. Cuarenta millones de pobres seguirán curando el cáncer con supositorios, mientras en Massachusetts la progresía disidente le da una patada en su propio culo dejando al descubierto sus miserias. No porque hayan decidido cambiar de criterio, que eso lo hacen mis hijos con total impunidad, sino al optar por alguien distinto que les parece igual. El republicano Brown, que sustituirá a Ted Kennedy, es su vivo retrato, aunque carece de su inteligencia. Tan guapo y aparente que parece de la saga, pero con una nuez seca por cerebro. A los 12 años lo pillaron robando y se reformó; el propio Bush es un cristiano redimido. Como en 'La vida de Brian', un juez le obligó a escribir mil quinientas palabras en las que describió cómo le verían sus hermanas jugando al baloncesto en la cárcel. Y, oiga, como si se le hubiese aparecido la Virgen. También Bush dejó la bebida. Se hizo campeón de triatlón y desde entonces se levanta a las cinco de la madrugada para entrenar, desoyendo los consejos de Bernard Shaw que se jactaba de acudir al entierro de sus amigos deportistas. Cuando tenía 22 años fue elegido el hombre más sexy de América tras posar desnudo para las páginas de 'Cosmopolitan'. Su campaña descansó en una lapidaria frase: «Tengo un camión y dos hijas disponibles».

Y como las formas no son patrimonio exclusivo de la burguesía, el presidente le llamó para felicitarle y ofrecerse a conducir su camión para jugar con él un partido de baloncesto en la Casa Blanca. Obama ha optado por el centro donde no se experimenta frío ni calor pero uno se arriesga a ser denostado por la izquierda y la derecha. Queda todo el trabajo por hacer, y va siendo hora de que Estados Unidos deje el dedo putrefacto de Bush al que se aferra como la niña haitiana al de su madre bajo los escombros.