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Pep siempre fue inteligente

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El sí de Guardiola a su matrimonio con el Barça la próxima temporada supone un triunfo colectivo pero su primera derrota ante la presión. Con matices, pero rendición al fin y al cabo. Él no quería pronunciarse aún, y menos con Joan Laporta como testigo o beneficiario, pero en las últimas horas entendió que el culebrón podría dar lugar a un sinfín de especulaciones malintencionadas, alimentar a ese entorno culé con tendencia autodestructiva del que siempre abominó su maestro Johan Cruyff, distraer a sus jugadores en un peligroso curso de elecciones y quebrantar incluso la intimidad de los niños, fotografiados en un concierto de los 'Manel' al que asistieron en el 39 cumpleaños de su padre.

Pep es un Mesías para el barcelonismo. Y él lo sabe. 'Todopoderoso' que ejerce de técnico, director deportivo y hasta de presidente, muy por encima en el escalafón de credibilidad para el socio que un Laporta desnortado, no ya por su deriva independentista sino por aprovecharse de un cargo deportivo para colmar posibles ambiciones políticas. Guardiola manda en el banquillo, somete a Txiki Begiristain en materia de altas y bajas y determina cuándo y cómo hay que renovar al técnico. Como cuando jugaba, templa, manda y marca el tiempo de las contiendas.

Pero este partido ya le superaba. Soportó bien que se le preguntara en cada conferencia de prensa por su futuro, entendió que el asedio de la prensa a Laporta también va con el cargo y ni siquiera respondió a rumores de 'fuga' a la 'Premier'. No pudo aceptar, empero, que a sus pupilos les pusieran en el brete de tener que pronunciarse. Cuando oyó a Xavi decir que nadie podría imaginar un Barça sin Guardiola y a Puyol sentenciar que la plantilla está orgullosa de él, a Pep se le cayeron los palos del sombrajo. A los jugadores, ni me los toquen. Y dio un paso al frente. Todo con tal de que se vuelva a hablar de fútbol.

Guardiola promete públicamente fidelidad al Barça y garantiza que se siente fuerte pese al desgaste, pero se niega a ser utilizado, a negociar y firmar, hasta que haya nuevo presidente. Fue hombre del publicista y candidato Lluis Bassat, aceptó luego el reto con Laporta, pero ahora exige quedarse al margen de la carrera por la poltrona. Hoy, nadie genera tanta unanimidad como Pep. Los delfines del presidente le desean y Sandro Rosell, el principal opositor, confía en él como el Alex Ferguson del Barça. En realidad, Pep sólo se casa con la afición y con los jugadores, quienes con su actitud ponen y quitan entrenadores, encumbran o mancillan a Rijkaard. En el cambiante mundillo del fútbol, si no te ganas al profesional y evitas su autocomplacencia, el héroe de hoy sólo oposita a villano para mañana. Y Guardiola siempre fue inteligente.