Conquistadores de silencios
3.000 pueblos están abandonados en España. 'Abraza la tierra', un grupo pionero en Europa, ha ayudado a medio millar de personas a repoblar zonas desiertas
Actualizado: GuardarPiedra sobre piedra, con el viento como único habitante y el silencio de banda sonora. Casi 3.000 pueblos permanecen abandonados en España, según el Instituto Nacional de Estadística. Dos de cada tres en Asturias y Galicia, las comunidades más crónicas en la enfermedad del éxodo rural. Pero el virus se extiende veloz por Castilla y León, Cantabria, Aragón y hasta Madrid. La fuerza centrípeta de la capital hace que un 22% de los municipios madrileños estén despoblados: 186 de los 815 que hay en la comunidad.
En medio de ese páramo de soledad se mueven entidades como Abraza la Tierra. Pionera en Europa, engloba a 18 grupos de acción local que se dedican a facilitar la llegada a lo que ellos llaman 'nuevos pobladores'. Conquistadores de silencios, emprendedores que lo dejan todo en grandes ciudades para poner su granito de arena para que la España rural no languidezca. «Todo lo que sea por no perder nuestra identidad», proclaman desde Abraza la Tierra. Que nadie espere dinero fácil, casa gratis o trabajo seguro. No es esa la función de la entidad. Su apoyo radica en orientar a los nuevos pobladores en la elección del pueblo, ofrecerles un inventario de pisos en venta o alquiler y posibles empleos en la zona.
En una década de trabajo, hasta 1.500 pueblos han revivido bajo su influjo. Con medio millar de colonizadores de espacios desérticos. Como Esther Gutiérrez y Carlos Sierra. Hace seis años que decidieron cambiar el chip. Carlos dejó atrás un bar en Santander y 32 años dedicado a la hostelería. Esther aparcó sus clases de inglés y su trabajo en un hotel como profesional del turismo. Carretera y manta hacia Arroyal de los Carabeos, en el sur de Cantabria. Una veintena de habitantes en invierno, la mayoría octogenarios. Allí regentan ahora la posada Los Carabeos. «Queríamos cambiar de estilo de vida, algo más tranquilo». Y vaya si lo han hecho. «Aquí los clientes dejan de ser clientes para ser amigos», detalla Carlos.
Las ventajas superan a inconvenientes como que en verano se queden sin agua por la llegada masiva de veraneantes al pueblo. O que grandes nevadas como la caída hace unos días les dejen casi aislados. Carlos y Esther se sienten aquí personas. «En un pueblo te descubres a ti mismo».