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Opinion

Semana de muerte

El terremoto de Haití ha devaluado la vida humana ante la parsimonia internacional

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El terremoto que hace una semana echó abajo las endebles estructuras físicas, institucionales y sociales en las que habitaba la población haitiana no sólo se ha cobrado un sinnúmero de víctimas, convertidas en puro material para el desescombro; además ha condenado al desamparo a las personas mayores, y ha puesto a decenas de miles de niñas y niños a merced de lo peor. La tragedia resulta tan descomunal que devalúa el precio de la vida humana hasta niveles inconcebibles, incluso por debajo de su cotización en los peores momentos de las indiscriminadas matanzas perpetradas en Irak. Las fosas comunes se han impuesto frente a las indicaciones contrarias de la Cruz Roja; la suspensión de los trabajos que buscaban denodadamente algún latido humano bajo los edificios derruidos se ha decretado cada día; y la seguridad se ha hecho valer sobre el reparto del agua y los alimentos, ante una sociedad que parece oscilar entre la impasibilidad y los comportamientos más insolidarios. Frente a tan descorazonadoras evidencias resulta obsceno que la comunidad internacional se entretenga en discutir sobre la pertinencia del desembarco de los marines estadounidenses y sobre su ocupación literal del territorio soberano de Haití. Al fin y al cabo los enviados de Obama han llegado también tarde, aunque un poco antes y sobre todo más pertrechados que el resto, franceses incluidos. Una semana después del seísmo, resulta sarcástico que Ban Ki-Moon reivindique para las Naciones Unidas que dirige el liderazgo de la ayuda humanitaria hacia el pueblo haitiano. Mientras el relato de los acontecimientos más terribles llega a la opinión pública de los países desarrollados y las imágenes más descarnadas acaparan los informativos, el mundo dicta su veredicto sobre Haití: todo cuanto haya sucedido hasta la fecha resulta inevitable. Claro que esa fecha parece discurrir de tal manera que, al final, eximirá a la comunidad internacional de realizar la más mínima autocrítica respecto a su conducta y a su incapacidad para reaccionar coordinadamente más a tiempo. España también ha anunciado el próximo envío de un buque con un notable contingente de 450 especialistas para socorrer a los haitianos. Eso sí, arribará a las costas de Haití dentro de otra semana.