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MAR ADENTRO

Un 'draijaus' para los asustaviejas

JUAN JOSÉ TÉLLEZ
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Paradojas gaditanas. El mismo día que trasciende que en la provincia se construyen menos casas que desde los tiempos del que pintaba el Tajo de las Figuras, le dan el premio Driehaus 2010 al arquitecto gaditano Rafael Manzano -del inquietante Cádiz de 1936, recriado en Jerez y vecino de Sevilla-.

«¿Y quién es ese tío?», dirán los que creen que esta tierra sólo da contra altos. El mismo que restauró los Reales Alcázares de Sevilla, el Alcázar de Málaga, el museo de Arte Contemporáneo de Sevilla o el castillo de Tarifa. Un clasicista con un ojo en el Renacimiento y otro en el Mudéjar.

¿Y por qué la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame de Chicago, que es la que otorga estos prestigiosos galardones, no ha premiado en cambio a los artífices de Loreto, de Puntales o de Hollywood? ¿Por qué nadie se le ocurrió premiar a Constructora Internacional SA por hermanar a Cádiz más que los Comes? No en balde, levantó barriadas gemelas en media provincia, aunque se llamaran de la Reconquista en Algeciras y de la Paz en la capital.

Los pijos esos universitarios flipan con los edificios emblemáticos. ¿Y es que en Cádiz no los hay, carajo? Ahí está la torre de Telefónica, sin ir más lejos. O la Residencia del Tiempo Libre.

Los papeles nos traen la aciaga noticia de que hoy apenas se construyen 1.800 viviendas al año en la provincia gaditana, la cifra más baja desde 1950, cuando ni siquiera había casas del sindicato. Vertical, por supuesto. Hubo tiempos de 20.000 casas anuales, que si se hubieran ocupado todas habría dado una ciudad de censo aproximado al de La Línea de la Concepción. Pero es que, por aquel entonces, existían los asustaviejas: esos valiosos emprendedores a los que desollaron injustamente los medios de comunicación y las agrupaciones carnavalescas. Esto es una cadena, amigos míos: la crisis mundial generada por las hipotecas basura acabó con la demanda y con el grifo abierto de los créditos. Así que terminaron también los maletines bajo cuerda. Y sin duda ello agravaría la crisis de la piel de Ubrique.

¿Cómo se van a construir viviendas si no hay dinero para pagarlas? Las inmobiliarias están perdiendo el tiempo intentando saldar los restos del imperio del ladrillo. ¿Por qué no apelan al clasicismo como Rafael Manzano y restauran una práctica tan gaditana como la del partidito? ¿Se imaginan compartir un chalet adosado en Chiclana con otras cuatro familias? Incluso podríamos aprovechar el jardincito para que se instalara una comuna jipi.

Lo mismo le dan otro 'draijaus' de esos al que construya la cárcel donde meter a los que se aprovecharon del pelotazo y nos pusieron la costa perdida de pisitos llenos de fantasmas.