ARRIBA Y ABAJO
Actualizado:Cuentan que el perrito de Victoria Beckham acaba de volar de Londres a Los Ángeles en primera clase, con la afamada compañía aérea especializada en mascotas 'Pet Air', y que entre otros privilegios ha disfrutado de una jaula de madera hecha a medida, una primorosa ropa de cama (supongo que de marca y quizá bordada con sus iniciales), un examen médico previo al vuelo, y un veterinario y un chef a su servicio.
Me imagino a ese protegido, mimadísimo y sobrealimentado animal (un cachorro de bulldog inglés que Beckham le regaló a su mujer las pasadas navidades) cruzando el Atlántico, sobrevolando incluso un espacio aéreo no demasiado lejano a Haití, y se me revuelve el estómago casi tanto como si estuviera en el desabastecido Carrefour de Puerto Príncipe... Arriba, el cielo de los perros. Abajo, a pocos kilómetros, un infierno donde una jauría de seres humanos a la intemperie pelea a dentelladas por un pedazo de pan.
Los haitianos han pasado de dar pena a producir miedo. Mal asunto para ellos, pues la caridad se expande y multiplica cuando la víctima soporta su desgracia con ejemplar pasividad y aguarda con humilde resignación ora su propia extinción ora su rescate. Pero la caridad se contrae si la víctima, ante la desesperación o la hambruna, se toma la justicia por su mano y pasa a la acción y al saqueo. Esas enfurecidas hordas de Haití no producen empatía sino pánico. Pero lo del perrito de Victoria Beckham también debería ponernos los pelos de punta.
Por suerte para el can, su vuelo llegó con éxito a Los Ángeles y no tuvo que hacer un aterrizaje forzoso en una isla infernal en la que él y sus compañeros, rellenitos quizá de foie y caviar, habrían sido recibidos como... mmmmm... auténticos 'perritos calientes' con los que calmar los feroces rugidos de unos cuantos estómagos. ¿Por qué no? Ellos (los perros) en caso de necesidad también lo harían. Y harían bien.