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Editorial

Expectativas y realidades

La opinión pública le demanda a Obama menos discursos y más eficacia

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El descenso de la cuota de popularidad de Barack Obama desde el 70% a menos del 50% durante el primer año en la Casa Blanca refleja la dificultad del carismático presidente para transformar los seductores discursos de la campaña en eficaz gestión de gobierno. Pero aunque parte de la magia se ha difuminado nublada por la realidad y el peso de las desmesuradas expectativas despertadas con su elección, algo importante está cambiando en la dirección de la primera potencia. Tras un año de luchar contra la crisis económica la situación en EEUU es claramente mejor que hace 12 meses aunque la percepción ciudadana más extendida es todavía pesimista por el elevado desempleo y la incertidumbre del futuro. Precisamente el anuncio a los bancos, en un tono desacostumbradamente áspero, de que se les impondrá un gravamen para recuperar «hasta el último centavo» de los préstamos del rescate indica una actitud más exigente por parte de Obama con los magnates financieros y una concesión a su electorado más humilde.

En otros frentes, la Casa Blanca puede mostrar dos importantes éxitos: el nombramiento de la primera jueza hispana en el Tribunal Supremo, y la reforma del sistema de salud, que permitirá el acceso a la sanidad de más de 30 millones de ciudadanos. Pero el coste político de la batalla de la salud todavía puede pasar factura por su efecto polarizador en una opinión pública dominada por la mentalidad individualista y refractaria a la intervención gubernamental. Aunque Barack Obama tiene pendientes los dos grandes conflictos de su acción exterior en Irán y Afganistán, es un hecho que en Washington se ha instalado un lenguaje y un tono diferente tanto respecto a los aliados como con los adversarios y ha caducado el inútil unilateralismo de Bush. Sin embargo no se ha resentido, como evidenció en el discurso de Oslo y en el reciente intento de atentado en el vuelo de Detroit, su determinación de librar la guerra contra el terrorismo internacional. Un año después de la victoria histórica de Barack Obama, el país parece expresarle con la parcial retirada de la confianza demoscópica que la situación requiere menos discursos carismáticos que hablen de la necesidad de cambio y ofrezcan esperanza e ilusión y más acción de gobierno. Es decir, resultados económicos más positivos y mejoras en ámbitos tan importantes como la educación o la seguridad pasando del ejercicio carismático del poder al ejercicio más estandarizado pero más efectivo.