UNA PROVINCIA SOSTENIBLE, EN VÍA MUERTA
El paro, una industria tradicional en crisis, las pesquerías desarboladas y dos bahías separadas y aisladas, pueden dar la impresión de que no hay luz al final del túnel
Actualizado:Ahora que se habla de Andalucía sostenible, parece que la provincia de Cádiz volverá a perder el tren de la historia. O el tren, simplemente. ¿Cuál será el Cádiz sostenible con ese paro plusmarquista, esa industria tradicional en crisis, esas pesquerías desarboladas y los nuevos proyectos en entredicho? Durante los últimos cuarenta años, uno de los principales activos del sur fue el puerto de Algeciras, formidable locomotora marítima que podría haber alcanzado la primacía europea si no hubiera chocado con una pertinaz miopía política y unos marcados intereses localistas que terminaron por saldar el potencial de la Bahía de Cádiz, cuando pretendían supuestamente protegerlos. Ocurrió durante la transición: el Campo de Gibraltar apenas tenía peso político y administrativo, así que las principales inversiones de la época se destinaron a intentar auxiliar a los muelles gaditanos, cuyos tráficos convencionales estaban en vías de extinción por muerte natural. En ese momento, en lugar de apostar por una red de infraestructuras terrestres que unieran las dos Bahías y ambos puertos se beneficiaran de una sinergia excepcional, esta provincia volvió a jugar a los compartimentos estancos. Al puerto de Cádiz, aquello le costó una larga travesía del desierto hasta que supo posicionarse en el mapa internacional de nuevos tráficos marítimos, como el de cruceros que actualmente va viento en popa.
Hacia 1980, un financiero norteamericano llamado George Moore, que residía en Sotogrande y que había presidido el Citibank of America, estaba convencido del porvenir portuario deAlgeciras. Así que convenció a la recién nacida Junta de Andalucía para que encargase un informe prospectivo de dichos muelles a la consultora estadounidense Bechtel, Civils & Minerals. Su análisis no dejó lugar a dudas: la única posibilidad por la que Algeciras podría quitarle a Rotterdam el maillot amarillo de los puertos europeos, era lograr que su hinterland terrestre fuera Madrid y no unas carreteras tercermundistas y una vía férrea centenaria que prácticamente moría en Bobadilla. Nadie movió un dedo entonces: el desdoblamiento de la autovía 381 sobre la antigua Comarcal 440 no llegó a completarse hasta las puertas del siglo XXI. Y del ferrocarril, fundamental para el tráfico de mercancías, ni hablamos: en 1990, Renfe ya contaba con un proyecto de ejecución del enlace ferroviario de Algeciras con San Fernando, que una vez resueltas las expropiaciones necesarias para el trazado, podría haberse ejecutado en dieciocho meses. Todavía estamos a verlas venir, ahora que el puerto de Algeciras vuelve a quedar materialmente aislado de la nueva red ferroviaria europea. Y de Cádiz, nadie sabe ni contesta. El PSOE lo llevaba en su programa electoral. El PP lleva meses reclamando que el Corredor Ferroviario del Mediterráneo que enlazará con las redes ferroviarias que vengan desde Dinamarca, llegue hasta Algeciras ya que la Unión Europea lo ha frenado en Almería, donde nunca mejor dicho quedará en vía muerta. También se pronunció así el Congreso de los Diputados. Y por unanimidad. Esta misma semana, tras el encuentro entre el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, y la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, volvía a plantearse esta cuestión y da la impresión de que quizá haya luz al final de este túnel.
De no llevarse a efecto la extensión de dicha línea, Algeciras ya no sólo perdería comba respecto a Rotterdam, o frente al puerto privado de Gioia Tauro en el Mediterráneo y el de Tánger Med en Marruecos, sino respecto a otros puertos patrios como los de Barcelona, Valencia y Alicante, dispuestos a echarle la pata encima durante la última década. El problema estriba en definir los corredores, ya que hay varias opciones en los planes europeos: el que llegará hasta Algeciras, será el de pasajeros, lo que no es baladí si se tiene en cuenta que la ciudad lleva ya varios meses sin tren por las obras que se están acometiendo en su actual trazado. Pero en lugar de ser cabeza de león, Algeciras terminaría convirtiéndose en cola de ratón: como farolillo rojo del corredor central Atlántico que va desde Sines en Portugal hasta esa ciudad a la sombra del Peñón. Izquierda Unida acaba de planear una Proposición No de Ley en Pleno y en Comisión de Obras Públicas y Transportes en la que condena «la total exclusión de la Bahía de Cádiz de los citados corredores y, por otro, la no inclusión de Algeciras en el Corredor Mediterráneo, lo que resulta especialmente llamativo si como uno de los objetivos principales del mismo se define el transporte de mercancías desde el norte de África a Europa». Lo que supondría, según IU, «un lastre imposible de superar para el Puerto de la Bahía de Algeciras en su competencia con otros puertos mediterráneos». En relación con la Bahía de Cádiz, «es obvio que su exclusión de los grandes corredores europeos podría suponer la profundización definitiva en la marginación de esta comarca, una de las más castigadas de Europa por la deslocalización industrial y el desempleo». También los izquierdistas hacen memoria: «Entre 1996-2004, en que era el Partido Popular el que ostentaba el gobierno central, la Junta de Andalucía y el PSOE consideraron prioritaria la unión ferroviaria de las Bahías de Cádiz y Algeciras, llegando a encargarse un estudio del proyecto, del que nunca más se supo a partir del cambio de gobierno de 2004».