PAN Y CIRCO

Malas vibraciones

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El regreso de Víctor Espárrago al Cádiz ha sido aplaudido como un golpe de timón del presidente para poner punto y final al frívolo romance que mantiene su equipo con la zona que conduce de nuevo a Segunda B, pero hay ciertos aspectos de esta mediática operación que no terminan de ofrecer un diagnóstico tranquilizador. Javier Gracia sí ha cumplido con su papel de perfecto escudo humano bajo el que Muñoz y Peguero se han parapetado de unos errores compartidos por el trío, pero que siempre acaban por guillotinar la cabeza más débil. Frente a la imagen de agarrado que se ha venido forjando en la última década, comienzo a tener serias sospechas de que al máximo accionista de esta entidad le encanta derrochar el dinero. No se entiende de otra manera su apuesta por el uruguayo cuando la opción de David Vidal le resultaba más barata y menos arriesgada, pero una necesidad perentoria por congraciarse con una grada que comienza a perder la paciencia le ha obligado a realizar una inversión que hecha en julio nos mostraría ahora una situación mucho más estable. También sorprende la predisposición de Espárrago, sin duda uno de los tres mejores técnicos en la historia cadista, que ahora se mete en la boca del lobo con inusitada rapidez. No encuentro otra justificación en un hombre nada dispuesto a gestionar proyectos ajenos que una perentoria necesidad por engordar su cuenta corriente. De Julio Peguero poco que decir porque sus actos le delatan. Con la salida de Gracia se agota el poco crédito que le quedaba y al menos nos queda el consuelo de saber que sus días de amarillo y azul están contados. Ante tal panorama, sólo faltaría que esta plantilla siguiera manteniendo el nivel mostrado hasta la fecha para canonizar al técnico saliente y correr a gorrazos al secretario técnico más allá del puente Carranza en el año del presunto Centenario.