
Un 'no debate' que causa estragos
La incógnita sobre si Zapatero, que guarda silencio pese a la presión interna, será candidato de nuevo en 2012 agita las aguas en el PSOE
MADRID. Actualizado: GuardarRara vez algo que no existe ha generado tantos quebraderos de cabeza. El PSOE pretende que el melón de la sucesión de José Luis Rodríguez Zapatero no se abra, al menos, hasta el año próximo. Incluso hay quien aspira a que, en realidad, no se abra en absoluto y que su actual secretario general aspire sin más a la presidencia del Gobierno en 2012. Pero el simple hecho de que dirigentes de primera línea como José Blanco, María Teresa Fernández de la Vega, Alfredo Pérez Rubalcaba o Leire Pajín, y hasta Felipe González, se vieran obligados a salir a la palestra esta semana para afirmar que Zapatero es el único e indiscutible candidato socialista a La Moncloa indica que las aguas socialistas andan revueltas.
En realidad, según insisten en el partido, no ha habido ni una sola reunión formal sobre este asunto. Entre otras cosas porque Zapatero tiene los menores índices de contestación interna de la historia del PSOE y, a día de hoy, es impensable que pueda producirse un movimiento en este terreno sin que la iniciativa parta de él. A tenor de su creciente irritación, cada vez que es preguntado al respecto se molesta, ese momento tardará en llegar.
El origen de este 'no-debate' que tan inconveniente resulta a los socialistas está, en todo caso, en la propia actitud del jefe del Ejecutivo. Nunca ha querido pillarse los dedos con compromisos públicos sobre una estancia máxima en el cargo como hizo, antes siquiera de ocupar el sillón presidencial, José María Aznar. Y eso siempre ha propiciado especulaciones más o menos intensas en los círculos socialistas.
Cuenta un presidente autonómico que, cuando fue designado candidato socialista en su comunidad, Zapatero le dio el siguiente consejo: «Cuando ganes las elecciones, esa misma noche, decide con tu mujer el día que te irás». La anécdota apunta a que el jefe del Ejecutivo, salvo que no se aplique las recomendaciones que da, tiene claro desde hace tiempo lo que hará, aunque ahora juegue al despiste. Hace unos meses dejó caer en una entrevista que 12 años de mandato no le parecía un tiempo «excesivo». Desde entonces toda su respuesta ha sido «no toca». Claro que para embrollar más las cosas hay quien recuerda que en diciembre de 2007 José Bono afirmó que Zapatero le había confesado que no se iba a presentar a un tercer mandato. El revuelo entonces fue enorme y el ex presidente de Castilla-La Mancha tuvo que desdecirse y dejar lo que presentó como una confesión en una impresión personal.
Liderazgo
Si el 'runrún' ha tomado esta vez más vuelo es, a juicio de de algunos dirigentes socialistas, porque el PSOE atraviesa su peor momento desde el 35 Congreso que dio al entonces joven diputado leonés una inesperada victoria sobre Bono. La credibilidad de Zapatero se ha resentido incluso entre sus propios votantes y, no en vano, según las encuestas más recientes del CIS al respecto, ya inspira poca o ninguna confianza al 42% de quienes se confiesan electores socialistas. Tampoco pasó inadvertida para la dirección del PSOE otro estudio que hace una semana constataba que el 49% de sus votantes quiere otro líder.
Todo estos datos se unen a la dureza de la crisis económica, a que Zapatero ha perdido parte de la frescura con la que solía abordar los debates parlamentarios, según lamentan los diputados de su bancada, y a que cada vez demuestra menor encaje hacia las críticas externas. Un conjunto que transmite, admite un dirigente socialista, cierta sensación de final de etapa. «Es como si hubiera quemado los tiempos demasiado rápido», se rumia en las filas socialistas.
En cualquier caso, hay pocos nombres sobre el tapete con mimbres de fuste para la sucesión. La ministra de Defensa, Carme Chacón, sonó durante los meses iniciales de esta legislatura como la elegida, pero su opción parece haberse desinflado. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, es quizá uno de los hombres más admirados en el partido, aunque incluso sus mayores valedores admiten que quizá su pasado pesara en demasía. También hay quien ve en José Blanco el sustituto ideal. No falta quien pone buenos ojos al presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. Y quien cree que el ideal es Patxi López, si no fuera porque tiene una misión que cumplir en Euskadi.
Otro elemento que tampoco contribuye a aclarar el 'no-debate' es la particular forma de administrar los tiempos de Zapatero. En los prolegómenos del congreso del PSOE de 2000, el aspirante era remiso a anunciar su candidatura pese a que sus tres rivales hacía tiempo que habían presentado sus credenciales. Se especuló con que sopesaba una oferta para ser portavoz en el Congreso y dejar expedito el camino a Bono. Pero ni siquiera sopesó la propuesta. Era su forma de decidir su momento. Ahora lleva camino de repetir la historia, sólo que para 2012 faltan dos años y la bola de nieve puede crecer hasta tamaños desorbitados.