Tribuna

Los emigrantes y los refugiados menores de edad

OBISPO DE CÁDIZ Y CEUTA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El próximo domingo 17 de enero, la Iglesia celebra la 96 Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado. Unos cincuenta mil ciudadanos extranjeros residen en nuestra tierra. Muchos de ellos vinieron hasta aquí buscando un empleo y un nuevo futuro para ellos y para sus familias y son inmigrantes, mujeres y hombres trabajadores, que viven como primeras víctimas las dolorosas consecuencias de la actual crisis económica que tan gravemente está afectando en nuestra Diócesis. Este fenómeno afecta a casi todos los países del mundo y se inserta en el vasto proceso de la globalización. Millones de mujeres, hombres, niños, jóvenes y ancianos afrontan los dramas de la emigración a veces por sobrevivir, más que para buscar mejores condiciones de vida para ellos y para sus familiares. El emigrante es un ser humano con derechos fundamentales inalienables que todos deben de respetar siempre.

Hemos de reflexionar sobre las causas y las consecuencias de este fenómeno también presente entre nosotros, ya que no existe ni una sola localidad en nuestra Diócesis donde no residan los trabajadores inmigrantes y sus familias, y abrir nuestras Comunidades y Parroquias para que todos se sientan acogidos como en su propia casa. Comparto el Mensaje de los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones1 que en referencia a la Reforma de la Ley de Extranjería y a la luz del Magisterio de la Iglesia, al tiempo que reconocen los aspectos positivos y los avances, también señalan con preocupación las nuevas dificultades planteadas por la Ley al pleno ejercicio de algunos de los derechos y garantías. Y expreso el deseo de que, en la futura reglamentación que ha de darse y en su aplicación, los impedimentos puestos al derecho de reagrupación familiar queden suavizados; el plazo ampliado para el internamiento de los inmigrantes en los C.I.E. no se lleve a efecto y se vea reducido al mínimo en su aplicación; y no se penalice a quienes en un claro ejercicio de la solidaridad practican el deber humano y cristiano de la acogida y de la hospitalidad.

El Papa Benedicto XVI, en su Mensaje para la 96 Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado, nos invita a acercarnos a esta realidad de los menores de edad que pueden vivir dramáticas condiciones de abandono y, en ocasiones, correr el riesgo de ser explotados. La Convención de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, afirma con claridad que hay que salvarguardar siempre el interés del menor. La situación de abandono y los riesgos de exclusión y de explotación que pueden estar sufriendo muchos menores en el mundo fue denunciada por el Santo Padre Juan Pablo II en el mensaje enviado al Secretario General de las Naciones Unidas con ocasión de la Cumbre Mundial para los Niños, celebrada en el mes de septiembre de 1990. «He sido testigo -escribió- de la desgarradora tragedia de millones de niños en los distintos continentes. Ellos son los más vulnerables porque son los que menos pueden hacer oír su voz.

Según la última revisión del padrón municipal del año 2009, en la provincia de Cádiz hay registrados 6.714 extranjeros menores de 16 años, de los que 3.457 son varones y 3.257 mujeres, que en su mayoría viven con sus propias familias o con alguno de sus padres. Respecto de los menores no acompañados, los datos que hemos podido obtener tienen como fuente el Ministerio de Trabajo e Inmigración que, a fecha de 31 de Marzo de 2009, contabilizaba en Andalucía a 835 menores de un conjunto de 5.158 residentes en España. Cobra relieve, en nuestro caso, que las entradas más importantes de menores no acompañados, desde África hacia España, pueden estar dándose entre el Puerto de Algeciras, las costas de Granada y Almería y la frontera de Ceuta y Melilla con Marruecos. De todas las realidades y causas descritas, lo más preocupante es la terrible situación de las jóvenes subsaharianas que acceden por los puntos señalados anteriormente, que pudieran ser menores de edad y que tal vez se esté interpretando que son mayores y puedan ser víctimas de trata en diferentes ciudades españolas o europeas.

Quiero agradecer las numerosas iniciativas y los esfuerzos generosos de tantos seglares, parroquias, asociaciones e instituciones, comunidades e institutos de vida consagrada, que coordinados por los Servicios diocesanos de la Pastoral de Migraciones están acompañando pastoralmente a los inmigrantes y, al mismo tiempo, realizan una extraordinaria labor en la promoción social y humana y en la defensa de sus derechos, en estos tiempos de especiales dificultades. Asimismo, deseo reiterar que la gran tarea y el servicio de la Pastoral de las Migraciones tiene un lugar central en nuestras comunidades Parroquiales que han de ofrecer un claro testimonio de acogida y prestar el acompañamiento pastoral y espiritual de nuestros hermanos extranjeros, dedicando esfuerzos especiales en la atención de los menores inmigrantes por su situación de vulnerabilidad. Os animo a seguir esforzándonos para que la Parroquia sea la casa común de todos. Hago también una llamada a los inmigrantes católicos presentes en nuestra Diócesis para que se incorporen y participen de manera activa en las Comunidades Parroquiales de sus barrios y pueblos y adquieran el compromiso y la misión de ser apóstoles y misioneros entre sus compatriotas y en el seno de sus familias.

Que la Sagrada Familia de Nazaret, que conoció la experiencia de la emigración, nos dé su luz y su fuerza para comprender las dificultades de los que están lejos de su patria y para acompañar en estos tiempos dificiles a nuestros hermanos inmigrantes.