«Todo el mundo está en estado de 'shock'»
Religiosos y cooperantes españoles relatan la desolación que recorre Haití tras el terremoto
Actualizado:«Todo el mundo está en estado de 'shock'», explicaba ayer Kawas François, superior regional de la Compañía de Jesús en Haití, quien también lamentaba que, a pesar de la prometida ayuda internacional, los cadáveres siguen esparcidos por las aceras o sepultados bajo los escombros. «Los equipos de rescate no llegan todavía y las autoridades locales se encuentran completamente desbordadas». El sacerdote catalán Ramiro Pampols, subdirector de la ONG Fe y Alegría en el país, abunda en esta impresión de desconcierto que atenaza a los moradores de la capital Puerto Príncipe, prácticamente arrasada por el terremoto. «La ciudad está desolada, la gente deambula por las calles y hay muchos muertos».
Miles de heridos por el seísmo han buscado atención en los hospitales de la República Dominicana. La donostiarra Moyra Tames, cooperante de Unicef en Santo Domingo, se ha trasladado a la ciudad fronteriza de Jumaní para participar en las labores de coordinación de la ayuda. «Sabemos que el tiempo es fundamental en estas primeras horas, pero hay problemas de transporte, las carreteras se encuentran cortadas y también sospechamos que existen riesgos para la seguridad de los equipos», indica vía telefónica a este periódico y apunta la necesidad de elaborar informes fiables que faciliten el trabajo de las agencias de la ONU y de las ONG implicadas en la ayuda humanitaria.
Mar de desinformación
Aunque el temblor se sintió en la zona oriental de la isla y se activó la alarma de tsunami, Tames añade que los medios dominicanos no dieron a conocer el verdadero impacto de la catástrofe a lo largo de las primeras horas y que la interrupción de las comunicaciones impidió también una valoración temprana. «Estamos todavía en un mar de desinformación», confiesa esta cooperante.
La zaragozana Pilar Orduña es consultora de Educación y Emergencias de la misma organización y también participa en esta primera evaluación, proceso que tiene lugar en una explanada cercana a la aduana. Según relata, la fase de asistencia se halla en el estadio «uno-uno», es decir, aún recabando datos para determinar dónde y cómo actuar, aunque ya se tomado algunas medidas como el envío de agua y alimentos.
«Falta coordinación porque no tenemos interlocutor», añade. «Han sido muy afectadas tanto la Administración haitiana como los organismos no gubernamentales y las instituciones de Naciones Unidas, y en estas condiciones dar una respuesta rápida resulta complicado».
El Centro de Operaciones de Emergencia de la República Dominicana informaba de que unos 2.000 heridos habían sido atendidos en los hospitales de Jimaní y Barahona. A las 17 horas de ayer el centro de salud de la primera localidad había atendido a 110 víctimas y desplazado a otros con daños más severos al interior o a la capital. Durante toda la jornada, las ambulancias de la Cruz Roja dominicana se internaban en territorio haitiano para facilitar la evacuación.
Mientras se trata de facilitar medios y ayuda de emergencia a las regiones meridionales, la situación permane ce relativamente estable en el norte y noroeste del país, no afectados por el terremoto, aunque sus habitantes tratan de abastecerse de alimentos, medicinas y herramientas en el otro lado de la frontera. Según Jean Batiste Bien Aimé, cónsul haitiano en la ciudad de Dajabón, la población de la zona septentrional desconoce la magnitud de lo sucedido. «No hay comunicación telefónica y las emisoras de radio y televisión no llegan a las comunidades afectadas».