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LA DANZA DEL VELO

COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL Actualizado: Guardar
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En la Francia de la igualdad, la libertad y la fraternidad, llevar un burka por la calle le va a salir caro a más de una y uno. Sobre todo, si como pretende el partido de Sarkozy, también se va a multar al que obligue a una mujer a llevarlo. No es una medida antirreligiosa, ni discriminatoria contra los musulmanes, es simplemente desterrar del suelo francés una prenda -¿de vestir?- que lleva implícita una servidumbre tan lejana de la idea de la República francesa sobre la dignidad de la mujer. Cinco años después de que se prohibieran en las aulas los velos y los símbolos religiosos, el país vecino se sube al carro de lo que está pasando en otros como Italia donde se habla de prohibir llevar cualquier cosa en la cabeza con algunas excepciones como los cascos de moto -este Cavaliere es mucho Cavaliere- o de Holanda donde desde el pasado año están prohibidos los burkas en los colegios -tanto para los alumnos como para sus padres y profesores. No se alude a cuestiones religiosas, sino educativas, los alumnos y los profesores deben poder mirarse a la cara, decía en aquel momento el ministro de Educación, Ronald Plasterk. En la España de los teletubbies, en la que preside una Europa en la que están pasando cosas como estas, la Dirección General de la Policía y de la Guardia Civil permite desde noviembre que las mujeres musulmanas puedan hacer el DNI con el 'hiyab', es decir, con un pañuelo en la cabeza. Usted no, que no es musulmana. Usted, dice el reglamento, tendrá que llevar una foto con «la cabeza totalmente descubierta», que para eso es española. Esta es la diferencia, no es discriminación, se llama talante. Y así nos va.