Aeropuertos más racionales
Los aeródromos deberían ser gestionados al unísono por el Estado y cada autonomía
Actualizado: GuardarLa presentación del nuevo modelo de gestión aeroportuaria por el ministro de Fomento, José Blanco, planteó tres de las cuestiones que, junto a la seguridad, definirán el marco de desarrollo de unas infraestructuras tan estratégicas que requieren el máximo consenso: su rentabilidad, su gestión en el Estado autonómico y la calidad del servicio que prestan. La previsión de que en 2010, como ha sucedido en el pasado ejercicio, sólo nueve de los 48 aeropuertos españoles ofrecerán resultados positivos obligaría a una revisión del actual panorama en sentido inverso, para identificar aquéllos que estén resultando especialmente gravosos económicamente sin que su funcionamiento sea imprescindible en su área de influencia o para el conjunto del país como ocurre con Barajas o El Prat. No se trata necesariamente de reducir el número de aeropuertos, sino de que la asunción de costes y endeudamiento por parte de las arcas públicas sea lo más racional posible;y se vea correspondida por la iniciativa privada especialmente en aquellos casos en los que la propia viabilidad de las instalaciones se ponga en cuestión. En su comparecencia parlamentaria, el ministro Blanco quiso distinguir la «gestión autónoma» de los aeropuertos, que él propugna, de la «gestión autonómica», que demanda fundamentalmente el nacionalismo catalán para El Prat. Pero la fórmula de co-gestión que permitiría la participación de las comunidades autónomas, inicialmente en el caso de Barajas y Barcelona, debería generalizarse; porque es en los aeródromos menores donde los intereses regionales resultan más importantes a la hora de orientar sus planes de explotación. Aunque si alguna responsabilidad deben asumir de inmediato Fomento y Aena, siempre en el marco de sus competencias, es garantizar que el servicio de aviación sea prestado con regularidad y respeto hacia sus usuarios, evitando las situaciones de desinformación y de indefensión en las que éstos acaban encontrándose cada vez que se produce alguna incidencia que retrasa o anula vuelos. En este sentido, el llamamiento realizado por José Blanco para que los controladores aéreos se hagan partícipes de la gestión aeroportuaria sin escudarse en su privilegiada y determinante posición coinciden con el reproche ciudadano hacia la conducta sindicada de estos profesionales.