Las salinas no dan abasto con las nevadas
La explotación de La Tapa ha triplicado sus exportaciones en apenas unos díasUnas 400 toneladas diarias de sal portuense para deshielo parten en dirección a Granada, o Extremadura
Actualizado: GuardarMientras las nevadas paralizan los quehaceres diarios de muchos españoles, en El Puerto ha insuflado una importante inyección de actividad. Valga la paradoja, los salineros están haciendo su agosto particular en este crudo invierno que ha cubierto de nieve buena parte de la península. Pero en lugar de las heladas, a las salinas portuenses han llegado pedidos a granel. Como caídos del cielo. Nada menos que el triple de sal han vendido en menos de una semana para despejar las calles y carreteras de Málaga, Córdoba, Granada y Extremadura. Hasta Béjar, en la provincia de Salamanca, ha llegado la sal portuense.
«Normalmente no trabajamos la sal de deshielo, porque nuestra producción es de calidad para el consumo. Pero esta es una situación extraordinaria». En apenas unos días, la salina La Tapa, perteneciente a la multinacional Salins que mantiene plantas en toda Europa, ha pasado de vender unas 100 toneladas diarias de sal a rondar la cifra de 300 toneladas cada día. El incesante ir y venir de trailers por el camino del Tiron Pichón, junto a la avenida de Valdelagrana, son el último eslabón de una cadena de producción que no se detiene. Del molino a la planta de secado, para pasar al empaquetado en enormes sacas de una tonelada, que se cargan con elevadores en los vehículos, cada uno, con 25 toneladas, rumbo a distintos puntos de Andalucía y Extremadura, una comunidad autónoma sorprendida por las nevadas que se ha convertido en uno de los mejores clientes de esta salina.
«Estamos desbordados»
Los pedidos llegan a la central, en Madrid, y en función de la proximidad del cliente, son derivados a las distintas explotaciones: Cabo de Gata, en Almería, Torrevieja y Santa Pola, en Alicante, o El Puerto, que habitualmente no trabaja la sal de deshielo de carreteras. Pero según Ramón Álvarez, encargado de la salina portuense «nos han trasladado la carga de trabajo porque las demás plantas están desbordadas, no porque lleguemos antes con la sal. Y esto nunca había sucedido hasta este año». Daniel Páez, administrativo, añadió que «el año pasado ya servimos, pero por cuestiones logísticas. En esta ocasión se debe a que los demás se ven incapaces de llegar a todas partes».
La Tapa aún no maneja datos exactos sobre el incremento de beneficios que ha supuesto este incremento en la demanda, y esperarán a que remita el temporal para hacer números. Aunque no tienen demasiada prisa. «Ojalá continúe, nosotros estamos deseosos de que así sea, aunque eso, lógicamente, es imprevisible».
Un sentir que comparte Mayte Cruz, desde Mérida, responsable de la distribuidora de sal Cruzsal, cliente de la salina de El Puerto. «Ojalá siga, aunque parece que el temporal va cediendo, las temperaturas han subido. Los centros de conservación se van a quedar con el stock mínimo, pero el consumo no será igual hasta que se produzcan nuevas heladas». En la última semana esta empresa ha cargado 40 camiones de sal portuense, con un total de 1.000 toneladas distribuidas entre diputaciones, ayuntamientos y centros de almacenamiento de las provincias de Cáceres, Badajoz y Córdoba. «El viernes pasado tuvimos que contratar 14 camiones de golpe y terminamos de servir el sábado a las ocho de la tarde. El domingo cató una gran nevada y el lunes volvimos a doblar la cantidad». Cruzsal se encuentra en estos momentos reponiendo los almacenes con la incertidumbre de no saber cómo se comportará el termómetro. «Llevo toda la vida trabajando y no había visto un consumo igual. Hubo una nevada en Badajoz hace 27 años pero no hubo tanta demanda, al menos en nuestro caso».
La diferencia entre la sal de consumo y la que se emplea para el deshielo es el refinado, más exhaustivo en el primer caso, y la cantidad del componente antiapelmazante, necesario para que el producto aguante en buen estado durante su almacenamiento. La sal de mesa posee una dosis mínima de cinco partes por millón de este producto tóxico, mientras que la de deshielo tiene más de 100.