LA PRÓRROGA

El hijo del gigante

China especula con la futura altura del bebé de Yao Ming

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Aún no ha nacido y el hijo de Yao Ming ya cotiza alto. Las páginas webs chinas están llenas de tablas y estadísticas sobre la supuesta talla que alcanzá el primer vástago del pívot de los Houston Rockets. No es periodismo rosa, sino matemático. Los internautas hacen cuentas: si Yao Ming mide 2,26 metros y la madre, Ye Li, alcanza el 1,90... Se trata de ponerle números al fruto del amor. Al bebé incluso le han colocado un nombre digital en la red, 'YY', las iniciales de sus protenitores. Y si es chico, especulan diarios como 'China Daly', llegará a los 2,24 o más. Si nace niña, rondará los dos metros. Pronósticos de altura. China vive pendiente del advenimiento de su próximo gigante. Todavía no se sabe su sexo, pero ya tiene profesión: se preparará para meter canastas en los Juegos Olímpicos de 2032. El azar en versión china.

Es un país de cortinas cerradas. Y lo era más aún a finales de los años setenta. Un periodista estadounidense escribió en 2005 el libro 'Operación Yao Ming'. Brook Larmer, antiguo reportero de 'Newsweek', construyó una teoría sobre el nacimiento del luego famoso pívot. El amor entre los padres de Yao Ming se gestó en la Comisión Atlética de Sanghai, destinada a alimentar la factoría deportiva comunista. El regimen de Mao Zedong necesitaba héroes, colosos. Faltaba altura en un país de talla corta. Y cruzó los caminos de Gran Fang, capitana de la selección de baloncesto, y de Da Yao, también jugador. Ella medía 1,88 y él andaba por 1,90. Ya estaba en marcha el cóctel. Sólo había que agitarlo. El 12 de septiembre de 1980, en un habitación del hospital número 6 de Sanghai, nació el 'pequeño' Yao Ming: con 60 centímetros de talla y cinco kilos pasados. Prometedor inicio. Cuentan que el bebé llegó con los pies y las manos de un niño de tres años. El proyecto crecía. Aunque tuvo sus obstáculos. La madre, antigua componente de la Guardia Roja de Mao Zedong, cayó en desgracia. La de Yao Ming fue una infancia austera. Hijo único por decreto gubernamental e instalado en una casa hecha a su medida. Con los marcos de las puertas más altos. Juventud prefabricada en el hogar de los gigantes.

En mayo o junio

Con 13 años se entrenaba durante diez horas al día en el equipo juvenil del Shangai Sharks. Su pisada de coloso retumbó tanto que alcanzó los oídos de la NBA. Así descubrió la vida en el otro mundo. De China a Estados Unidos. Cambio de siglo en un vuelo de avión. Hasta que las lesiones -como la que ahora le mantiene al ralentí- le han frenado, Ming ha sido uno de los iconos de la gran liga americana. A la altura de Pau Gasol. Ha tocado el techo más elevado del baloncesto, tal y como, según se relata en 'Operación Yao Ming', estaba preescrito genéticamente. De casta le viene al galgo. La planificación del Gobierno chino y su papel de celestina se han convertido en una obra maestra del desarrollo físico. Aunque tuvo un efecto colateral inesperado: el prodigio comunista ha acabado siendo la imagen de Coca-Cola, Pepsi, Nike, Reebook, Visa, Apple o McDonald's. Las firmas del capitalismo.

Ahora, visto el éxito del método, el modelo se repite. Yao Ming se casó en 2007 con su novia de siempre, Ye Li, también jugadora de baloncesto. La nueva política de procreación china les permitirá tener hasta dos descendientes. El primero ya viene, 'YY'. Hay dudas sobre si nacerá en una clínica de Houston o en Sanghai; si será niño o niña, o qué nombre tendrá. Pero la incertidumbre se centra sobre todo en la talla futura del bebé. La prensa china ha hecho sus cálculos: si es chica, se multiplica la altura del padre por 0.923 y se le suma la de la madre. Eso da unos dos metros. Si nace chico, la fórmula es diferente y como resultado se obtienen 2,24. A los chinos les priva el juego. Hagan sus apuestas. El alumbramiento será entre mayo y junio, con el país más poblado del mundo pendiente del primer lloro de su nuevo gigante.