Como a un 'currito'
Actualizado:Ayer dejó la casa cadista un señor como la copa de un pino. Javier Gracia dejó tras de sí un aroma que muy díficilmente logrará dejar alguien más en esto del fútbol gaditano. En un deporte y lugar donde la sencillez, la educación, las buenas maneras y el respeto es muy complicado encontrarlo, el técnico navarro fue ganándose la admiración de cuantos le conocieron con el pasar del tiempo. Un tipo serio pero amable, cortante pero elegante, amigo de sus amigos y el más sieso contra sus enemigos. En definitiva, un hombre que se viste por los pies y que hace de su forma de ser todo un culto al civismo y al saber estar. Si iba a un colegio, ahí estaba el tío dando una lección de docencia y saber estar dado que proviene de una familia de profesores. Si acudía a un sarao, cumplía con su presencia pero no alargaba su estancia pues no es amigo de estómagos agradecidos. Si acudía a recibir un premio, no se cansaba de agradecerlo y dedicarlo a sus jugadores y a la afición. Hasta el punto de que ayer, en el día de su despedida, se marchó dando las gracias a todo aquel que haya pasado algún rato de trabajo junto a él. Y en los banquillos, esos que muchos utilizan para hacer un cursillo de 'showman', al pamplonica era muy difícil verlo protestar airadamente a un árbitro. Y eso que ha tenido razones de sobra para poder hacerlo. A los caballeros se les suele conocer porque callan más que hablan. Y ayer, en su despedida como cadista y junto al presidente, hizo un nuevo ejercicio de mutismo.
Gracia se fue tal y como llegó. En silencio. Como ha estado durante 19 meses de trabajo, que en definitiva fue para lo que le contrató Antonio Muñoz. Se va por la puerta de atrás. Como se marcha el albañil de una casa tras poner levantar una obra que antaño duró en construirse nueve años. Él lo hizo en uno. Se va como un currito contratado para un 'chapú' y al que se le finiquita tras el arreglo. Y no se lo merece.