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PINCHITO MORUNO

El atún rojo

JOSÉ MONFORTE
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El atún rojo de almadraba no sólo es un plato que servido en bistés de vuelta y vuelta está de escándalo y que nos hace peregrinar a Barbate, a Conil, o a Zahara cada mes de mayo para probarlo. El atún rojo es algo más. Actualmente es uno de los pilares de nuestra gastronomía y ya ese triángulo mágico de La Janda formado por estas tres ciudades es famoso en medio mundo por este producto.

La amenaza que se cierne ahora sobre el atún rojo, con la intención de reducir las capturas de este pescado pone en peligro este puntal económico de la zona porque su consumo ha creado toda una corriente turística que permite a estas poblaciones contar con visitantes que no sólo buscan la playa durante el verano, sino que acuden en otros meses del año para ponerse hasta arriba en esos maravillosos restaurantes y bares que hay por allí.

Pero no sólo es turismo, estamos hablando de una potente industria que ha surgido en torno a este pescado. No hay que olvidar y lo repito porque es un tema que tiene gran significado visual, que hasta hace pocos meses lo primero que había al entrar en Barbate era su cementerio y ahora, el primer saludo es un polígono industrial cuyo tronco fundamental lo ocupan empresas relacionadas con este producto. Afortunadamente, y en parte gracias a esta industria, aquello ya es muy diferente y a todos nos alegra una barbaridad.

Me parece bien que se reduzcan las capturas de atún rojo en el mundo porque es cierto que la especie está en peligro. Pero lo que no me parece bien es que paguen justos por pecadores, como dice el refrán. Hay empresas que los capturan en alta mar de forma masiva y eso no tiene nada que ver con el método artesanal que se utiliza en las almadrabas establecidas en la costa de Cádiz.

Con los que hay que tomar medidas es con los que de verdad están destruyendo este tesoro gastronómico de la humanidad y no con las almadrabas, un sistema de pesca con cientos de año de antigüedad y que son además, una riqueza cultural, algo inimitable y que se estaba convirtiendo, por fin, en un motor económico de La Janda.

El Gobierno debe mojarse en este tema y conseguir que las capturas se limiten menos en las almadrabas y que los recortes se lleven a cabo sobre los responsables del agotamiento de la especie y no sobre estas empresas de la provincia de Cádiz cuyas capturas son muy pequeñas comparadas con los números totales del sector.

El sector pesquero artesanal de la provincia no para de recibir palos y cuando se pierda esa riqueza muchos se lamentaran. Es necesario que las buenas palabras se transformen en hechos y este año se puedan calar las almadrabas y no desaprovechar una oportunidad tan grande de impulsar una zona como La Janda. Ahora que se ha conseguido que Barbate sea reconocida en todo el mundo por su atún de almadraba, no propiciemos con esta falta de apoyo, que la población vuelva a ser famosa por otros asuntos que siempre van unidos a la falta de oportunidades para vivir.