Ciudadanos

El fraude se extiende pese a ser cada vez más complicado

Los asesores aseguran que es imposible engañar a la Agencia Tributaria, pero la mayoría de la población emplea algún truco

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Somos todos, pero por imposición. La mayoría sueña con zafarse de esa gran familia y no contribuir a su engorde. Cebar las arcas públicas es un proyecto indeseado por cuantos se enfrentan cada comienzo de verano a la tediosa declaración de la renta. Pero el pavor a que les investiguen y sancionen es mucho más fuerte que el susto porque les «crujan». Si las cuentas no cuadran, la excusa para defraudar es la de «no tengo más remedio». Es uno de los pretextos utilizados por un tercio de los españoles para amparar el engaño a Hacienda en determinadas circunstancias.

El Barómetro Fiscal 2008 del Instituto de Estudios Fiscales (IEF) desveló que el 33% de los ciudadanos justifica sólo en algunos casos la evasión de impuestos, una conducta que el Código Penal tipifica como delito. El IEF detalla que el 28% defiende ese comportamiento con argumentos del tipo «son las circunstancias las que obligan» o «hay situaciones que justifican cierto fraude para salir adelante». Saben que su conducta es incorrecta, pero la consideran una maldad necesaria para su supervivencia. Ese dilema moral no existe para otro 5% que cree que «lo normal es evadir impuestos». Siempre.

Y, ¿cuáles son las triquiñuelas más utilizadas por los contribuyentes para evadir su responsabilidad con la Agencia Tributaria? Lo habitual es que para hacerlo tenga que acudir a un asesor fiscal que le muestre los caminos para si no defraudar, evitar con trucos no siempre legales pagar más. La mayoría de los profesionales consultados por este periódico aseguran que no hay manera de hacerlo, puesto que todo está perfectamente articulado para que se tenga que justificar hasta el último céntimo. «El asalariado común no puede hacer más que presentar sus nóminas, el empresario y el profesional liberal vive de acuerdo a lo que gana y el que tiene una gran fortuna, simplemente, no vive en España», argumenta un asesor gaditano.

Sin embargo, lo cierto es que si se pone cada vez más difícil engañar al patriarca de la 'familia', el importe del fraude es mayor año tras año. ¿Quién miente? Lo pueden responder quienes en sus declaraciones sobre el IRPF alguna vez han ocultado una factura, han omitido el arrendamiento de una vivienda o han computado como persona a su cargo a un familiar que ni siquiera vive con él. Entre los empresarios, seguro que podrán contestar a la cuestión el que hizo pasar de largo un ingreso, no justificó un gasto o engordó o desinfló un libro de contabilidad.

Pero, para otros dos tercios de la población, el fraude «no se puede justificar» por una cuestión de «solidaridad y principios». Y eso pese a que el 2008 fue el año de la gran crisis que arruinó a muchos hogares españoles.