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La venta de armas al Ejército de Taiwan enfrenta a Pekín y Washington

SHANGHAI. Actualizado: Guardar
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Parecía que la llegada al poder de Barack Obama estaba destinada a crear una atmósfera distendida con China, su principal adversario económico y político. Así pareció confirmarse durante la visita del mandatario estadounidense al gigante asiático, celebrada en el mes de noviembre. Pero ya ha estallado la bomba que, sin duda, va a poner a prueba las relaciones entre ambas superpotencias.

Washington aprobó el miércoles un acuerdo militar por valor de 6.500 millones de dólares (4.400 millones de euros) diseñado en octubre de 2008 bajo los auspicios de George W. Bush. En la primera fase se permitirá que la empresa estadounidense Lockheed Martin venda al Ejército de Taiwán 330 misiles Patriot de última generación (PAC-3) por 2.200 millones de euros, y un 'paquete' armamentístico del que no han trascendido más detalles.

Como se pudo saber ayer, más adelante se proveerán helicópteros Black Hawk, tecnología de control y rastreo, e incluso un estudio para desarrollar submarinos diesel. Aunque la isla funciona como un Estado independiente 'de facto', China la considera parte de su territorio y, curiosamente, así lo reconoce también EE UU desde 1979. Pero no por eso ha dejado de suministrar armamento a la 'provincia rebelde', un hecho que siempre ha provocado grandes tensiones con el Partido Comunista.

Esta vez no va a ser una excepción. Como era de esperar, la respuesta de Pekín ha sido contundente y no se ha hecho esperar. «Traerá consecuencias severas», amenazaba desde el rotativo oficial 'China Daily' la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Jiang Yu.