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Objetivo número uno: salir de la crisis
La Presidencia española se enfrenta al reto de sentar las bases para un crecimiento sostenido en la Unión Europea El Gobierno es partidario de sanciones a los países que no respeten los objetivos económicos
MADRID. Actualizado: GuardarJosé Luis Rodríguez Zapatero se ha marcado como objetivo prioritario, en la recién estrenada Presidencia europea, sentar las bases para conducir a Europa hacia la recuperación económica. La salida de la peor crisis que se recuerda desde la Gran Depresión será el 'leit motiv' de su agenda y además tiene muy clara la receta para intentarlo: la unidad de acción.
«Si nos unimos más, conseguiremos más cosas», señaló ayer el jefe del Ejecutivo en el arranque oficial del semestre de Presidencia, junto al presidente estable del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. Los tres coincidieron en la necesidad de actuar al unísono dentro de la que ya se conoce como 'Estrategia EU20', que tratará de sustituir a la fracasada de Lisboa 2000 y que la experiencia ha demostrado que pecó de ser una relación de intenciones sin consecuencias concretas para los países díscolos.
En ese sentido, el propio Zapatero aboga por una gestión más eficiente del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), tanto en su parte disuasoria como en la preventiva. En definitiva, la Presidencia española puede dar un giro notable a los criterios manejados hasta ahora para imponer sanciones a aquellos países que obvien los criterios comunes en materias como el déficit, la deuda o el equilibrio fiscal. Mano dura para enderezar la economía. Algo que ha faltado hasta ahora de manera notoria. La propia España ha superado con creces los límites del PEC.
Medidas correctivas
Al tiempo, la Presidencia española es también partidaria de incentivos para quienes cumplan de manera ordenada con las condiciones y los objetivos que se puedan llegar a consensuar. La idea, y ahí reside en parte la dificultad para alcanzar consensos, es instaurar medidas «correctivas», como señaló Zapatero el jueves en un encuentro con corresponsales europeos. Sanciones que el presidente de turno de la Unión quiere que sean vinculantes y no indicativas como las que contemplaba el primer Tratado de Lisboa. Aún no ha habido respuesta a la filosofía de Zapatero, pero las primeras críticas no se harán esperar, sobre todo las provenientes del Reino Unido y los países más liberales y, por tanto, reacios a cualquier intervención de organismos supranacionales en cuestiones de alto interés económico doméstico. Tampoco faltarán los apoyos. Francia, por ejemplo, siempre ha sido proclive a la unidad económica.
La primera oportunidad de plantear esta nueva estrategia se presentará el 11 de febrero en Bruselas, fecha en la que Herman Van Rompuy ha convocado un consejo informal de jefes de Estado y de Gobierno. Una cita que el belga quiere convertir en un «debate fundamental» sobre el asunto para, después, organizar un consejo 'ad hoc' en primavera del que salga un programa más estructurado y terminar finalmente de dar el visto bueno en junio, al final de la presidencia española.
Junto al impulso del crecimiento, la pretensión es crear un auténtico «gobierno europeo» en materia económica, en palabras del propio Zapatero, que sirva de palanca para poder afrontar los problemas de la mano y no con políticas independientes y unilaterales. «Si Europa quiere mantener su fortaleza económica, competir y ganar prosperidad, debe unirse; cualquier otra cosa sería sólo perder el tiempo», afirmó el presidente estable del Consejo Europeo.
Mensaje que comparten al cien por cien las otras dos 'cabezas' de Europa. «Necesitamos un mayor crecimiento económico para financiar nuestro modelo social y defender el modelo de vida europeo», señaló Van Rompuy. Para Barroso, se trata de afianzar la «interdependencia global de las economías», lo que -añadió- exige «dotarse de un trabajo coordinado». «No podemos seguir como hasta ahora», sentenció el presidente de la Comisión.
Corto y largo plazo
Ese nuevo escenario a diseñar en los próximos meses tiene, o al menos así lo pretende Zapatero, una doble vertiente. La primera, la del corto plazo, la referida a la recuperación más inmediata, sobre todo en términos de empleo y con especial atención al segmento más joven de la población. La segunda, más a largo plazo, destinada a lograr cimientos comunes que permitan un crecimiento económico sostenible en el tiempo y que tengan como prioridad el fortalecimiento de la protección social, al tiempo que se apueste por un crecimiento sostenible y respetuoso con el medio ambiente.
La 'Estrategia 2020', asegura el Gabinete Zapatero, debe también abordar el problema de la población «absorbiendo el elevado desempleo resultante de la crisis con una generación de empleos de calidad, fomentando una economía más eficiente e incrementando la coordinación entre Estados».
Según reza un informe presentado ayer al Consejo de Ministros por la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, y el ministro de Asuntos Exteriores. Miguel Ángel Moratinos, la retirada de los estímulos económicos -otro de los asuntos más peliagudos- no se acometerá «hasta que la confianza de los agentes económicos no esté plenamente restablecida y la recuperación sea sostenida». Eso no quiere decir, sin embargo, que el asunto no deba tratarse de modo inmediato.
En el ámbito financiero, la presidencia española trabajará en el incremento de la calidad de la regulación y la supervisión. Así, apunta el Gobierno, se continuará con el impulso de la Agenda Larosière, mientras la Unión Europea pone en marcha los nuevos órganos de control: el Consejo Europeo de Riesgos Sistémicos y las Autoridades de Supervisión Europeas.
Otro de los retos será la aprobación de la directiva de los fondos de gestión alternativos y el incremento de la calidad de la regulación de capital de las entidades de crédito y de empresas de servicios de inversión. Entre los 'deberes' más espinosos se encuentra el asunto de articular las políticas de retribución en el ámbito financiero que sean compatibles con una gestión sana y eficaz del riesgo.