Congelados en el nombre del Padre
Actualizado: GuardarSe les ve sonrientes, danzando felices entre gélidas aguas, ataviados con los trajes nacionales, al son de los instrumentos del 'horo', un baile tradicional búlgaro. Algunos rostros no pueden evitar traslucir que a veces les falta la respiración, ateridos, casi se diría que tiritando, entre vahos helados. Pero todo sea por el nombre del Padre. La mañana de Reyes, cuando millones de niños se abalanzaban sobre sus regalos, en Bulgaria los que se lanzaban eran cientos de miles de hombres. Y no sobre vistosos presentes, sino en los fríos caudales de arroyos, ríos y lagos. Los búlgaros conmemoran así el Día del Jordán, una de las fiestas más importantes para los cristianos ortodoxos: recuerda el bautismo de Jesucristo.
Cumplir con la tradición tiene riesgos para la salud en forma de resfriados. El rito arranca cuando un sacerdote tira un crucifijo al agua helada y los bravos búlgaros se arrojan a rescatarlo. El que logra liberarlo del cieno, dice la creencia, goza todo el año de felicidad personal y bienestar.
El pulso a la suerte de los creyentes comienza la noche antes. Una jarra de agua, en la que se sumerge una moneda o una cruz, decora las puertas de los hogares. Si se congela, salud. Si no, calamidad..., aunque la apuesta no parece tan arriesgada cuando las temperaturas nocturnas rondan en esta época los cero grados. En un lago de Sofía, la cruz fue rescatada por un joven de 33 años. La misma edad a la que murió Cristo.