MUNDO

Caldo de cultivo para el integrismo

SANÁ. Actualizado: Guardar
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«Si alguien viene y les paga por luchar, lo harán. La pobreza y la incultura son el caldo de cultivo perfecto para reclutar militantes». Jamila Salem dirige la ONG islámica La puerta de la esperanza, que atiende a más de seiscientos 'aghdam' (servidores) en los asentamientos de chabolas de Beit Bos.

Es la imagen menos idílica de una capital conocida por las casas de cuento de las 'Mil y una noches' en su parte vieja, pero que cada vez recibe más desplazados de las provincias en conflicto y ve cómo la casta de los 'servidores' levanta chamizos y más chamizos en la periferia. Rotondas y semáforos se llenan cada mañana de parados que aspiran a encontrar trabajo en un país con un nivel de paro del 40%, según los medios de comunicación locales.

Todos llegan a Saná con la esperanza de una vida mejor, pero... «Ya llevo siete años en estas condiciones y no veo futuro ni para mí ni para los míos», se lamenta Morshed Ashimiri mientras sujeta en brazos a uno de sus once hijos. Es el único miembro de la familia que trabaja y es raro el día que logra ganar más de dos euros como zapatero callejero. «No entiendo nada de política, no tengo miedo a Al-Qaida, eso es todo muy lejano para nosotros», asegura.

Menos de dos euros al día

En estas barriadas Yemen justifica su título de país más pobre del mundo árabe que reflejan los informes de las organizaciones internacionales, en los que se puede leer que el 45% de la población vive con menos de dos euros al día. Terrorismo, subdesarrollo, pobreza y desgobierno, cuatro factores que parecen ir de la mano y que Al-Qaida sabe manejar para mantener viva la llama de la 'yihad' contra los intereses occidentales. Factores que se repiten en escenarios como Afganistán, Pakistán o Somalia, y a los que la comunidad internacional es incapaz de poner freno.

Najwa, de 18 años, cuida de sus dos hijas. Sentada sobre un plástico observa a un vecino recoger botellas y latas, y cargarlas en grandes bolsas de plástico. Cuando se le pregunta por el futuro que espera para sus pequeñas, mira al extranjero y responde: «¿Qué futuro?».