Los Reyes de siempre

Ayer por la mañana cuando nos despertábamos, después de una nueva noche de emoción e ilusión, podíamos comprobar cómo, un año más, Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente nos habían premiado con multitud de regalos.

Las casas amanecían totalmente trastocadas. Los muebles, como por ensalmo, habían cambiado de sitio y los más pequeños de la casa, con ojos asombrados y las legañas todavía pegadas, se debatían entre qué juguete coger de los que tenían ante sus ojos. Todos los años se repite el mismo rito, la misma tradición y siempre, miren lo que digo ¡siempre! lo recibimos con la misma emoción.

Es, sin lugar a dudas, uno de los amaneceres más bonitos del año, aunque llueva o haga frío, la mañana de Reyes no tiene parangón. Hay quien se empeña en luchar por desbancarla pero no lo han conseguido ni lo conseguirá nunca. Se quieren importar tradiciones anglosajonas colgando de los balcones muñecos vestidos de rojo trepando por una cuerda hacia las chimeneas que en Cádiz escasean.

Otros intentan, sin conseguirlo, colocar los paquetes, como en las películas americanas de Hollywood, muy bien envueltos alrededor del árbol o dentro de grandes calcetines ¡nada de nada! como una mañana de Reyes del día 6 de enero no hay nada. Los Reyes son los Reyes, valga la redundancia, y no tienen competencia. Puede haber crisis y otra crisis que venga, el movimiento, el trajín de compras por las calles de la ciudad los días previos a esta celebración son únicos.

Hoy, como todavía no hay colegio y, según las últimas predicciones meteorológicas, el tiempo va a mejorar, con frío pero va a mejorar, podremos ver por nuestras calles y plazas a todos nuestros pequeños con sus bicicletas recién estrenadas, a muchas niñas con las inevitables sillitas con sus muñecos y otros muchos ¡cómo no! con sus equipaciones del Cádiz, disfrutando, como debe ser.