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EL CANDELABRO

Ponga un Clinton

ARANTZA FURUNDARENA
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Ni Anne Igartiburu, ni Belén Esteban. La auténtica campanada de estas fiestas que ya acaban la han dado Naty Abascal y Mar Flores al posar junto a Bill Clinton. Es verdad que, desde que llegó Obama, la figura de Bill ha palidecido mucho (en todos los aspectos). Cierto es también que hoy en día, a pesar o tal vez gracias a todas las medidas de seguridad que existen, está demostrado que cualquier listillo puede colarse en la Casa Blanca hasta la cocina, hacerse una foto con el presidente en activo y luego colgar el trofeo en Facebook, igual que antaño se colgaba en la pared una cabeza de ciervo. Pero esto de Clinton es otra cosa. Aquí no hay trampa ni cartón. Son Bill y Hillary, en persona, los que se colocan sonrientes ante la cámara junto a Naty Abascal. O Bill, a solas, el que se pega cual lapa a Mar Flores, ante la sonrisilla un tanto destemplada y suspicaz del marido de ella.

Flores, Abascal y otras glorias nacionales pasaron la Nochevieja junto a los Clinton en Punta Cana. En realidad, ¿por qué no? Está claro que después de presenciar la indescriptible danza tribal del presidente sudafricano, Jacob Zuma, y de su nueva esposa, Thobeka Madiba (ceremonia que deja pequeña aquella famosa boda zulú de Lauren Postigo, que en gloria esté), nada debería sorprendernos en materia de altos mandatarios. Pero confieso que no he podido evitar quedarme boquiabierta ante la nueva escalada (en lo social) de Mar Flores. Sí, porque de Naty, que ya trabajó en su día a las órdenes de Woody Allen y tiene una extensa agenda internacional, lo espero todo. Pero la irresistible ascensión de 'Flowers', que empezó alternando con los Matamoros y ahora se codea con los Clinton, merece una biografía. De igual modo, es digna de reflexión la transformación que sufren ciertos ex líderes mundiales. Les quitas el poder, y se convierten en monumentos, en lugares de interés, como el Gran Cañón o la Fontana di Trevi, frente a los que hay que fotografiarse... al menos una vez en la vida.