La inteligencia de EE UU se enmienda
Los servicios secretos asumen las críticas de Obama y prometen cambios inmediatosLos republicanos creen que el presidente debe cesar a varios cargos para ser coherente con su agresivo discurso
NUEVA YORK.Actualizado:Cuando aún no se han apagado los ecos de sus duras críticas a los servicios de seguridad por los «fallos intolerables» en la acción terrorista de Detroit, no hay indicios claros de que Barack Obama vaya a dar por zanjada la crisis cesando a alguno de su prominentes responsables. En su lugar, el presidente busca que el caso sirva para implantar profundos cambios en las medidas de control de los aeropuertos y en los métodos de trabajo de la compleja red de inteligencia de Estados Unidos.
El país se ha salvado del peor atentado desde el 11-S de puro milagro, vino a decir el inquilino de la Casa Blanca, y él no está dispuesto a que una situación similar se repita. El mensaje ha sido expresado con tal rotundidad que apenas ha sido contestado en los medios norteamericanos. Los republicanos, sin embargo, han seguido con sus críticas y piden cambios en la cúpula dirigente de la seguridad nacional. En ese ambiente, el jefe de los servicios de inteligencia, Dennis Blair, no ha tenido otra opción que dar un paso al frente y prometer nuevas acciones. «La comunidad de inteligencia ha comprendido el alcance de las palabras del presidente y vamos a responder a los nuevos desafíos», declaró Blair.
Mientras las agencias proceden a su reajuste, el Gobierno tiene previsto que esta misma semana se aceleren dos importantes medidas que incidirán en la prevención de ataques como el protagonizado por Umar Farouk Abdulmutallab, el joven nigeriano que trató de provocar una catástrofe el 24 de diciembre y que ayer fue acusado formalmente por un tribunal de Míchigan de seis cargos por intentar detonar unos explosivos en un avión que volaba de Amsterdam a Detroit. El joven de 23 años ha dicho a los investigadores que la bomba se la proporcionó Al-Qaida en Yemen.
La medida de mayor impacto para pasajeros y compañías aéreas consiste en la intensificación de los controles en los aeropuertos con nueva tecnología que permita detectar hasta la más pequeña cantidad de explosivos. El otro frente tiene que ver con optimizar los análisis de la información que recogen las diferentes agencias de inteligencia sobre amenazas potenciales y la manera de actuar con rapidez para evitar ataques.
Pese a la rápida respuesta de la Administración Obama, durante la jornada de ayer en Washington comenzaron las discrepancias sobre si se debe ir más allá y buscar la cabeza de los altos responsables. Un funcionario federal y un congresista republicano manifestaron sus discrepancias sobre este punto. Denis McDonough, jefe del Estado Mayor Conjunto del Consejo de Seguridad Nacional, dio por buena la gestión de la crisis por parte del presidente con el argumento de que «todos los reunidos en la mesa aceptaron su responsabilidad».
«Desconexión»
Peter King, líder republicano de la Comisión de Seguridad Interna de la Cámara de Representantes, sostuvo en una entrevista separada que «hay una desconexión entre la intensidad de la retórica del presidente y las medidas que propone». King, uno de los críticos más duros de la política antiterrorista del Gobierno, añadió que «si la situación es tan mala como el presidente dice que fue, alguien tendría que irse».
La reacción inicial del Gobierno de Obama al incidente de Detroit fue considerada por algunos analistas como lenta y desacertada. La secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, tuvo que retractarse de sus comentarios iniciales, en los que dijo que el sistema de seguridad había funcionado. Su rectificación posterior estuvo más en la línea de autocrítica expresada luego por otros altos cargos del Gobierno, incluido el presidente. Aunque su nombre ha sonado insistentemente como la persona que Obama debería cesar para dar ejemplo de coherencia con sus fuertes críticas al sistema, ningún analista en Washington cree que el presidente vaya a inclinarse por esa opción.
En el mismo encuentro con su equipo de seguridad nacional se trató el tema del cierre de la prisión de Guantánamo, una de sus grandes promesas electorales que a la luz de los nuevos acontecimientos parece cada vez más difícil de cumplir.