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:: TEXTO: ISABEL F. BARBADILLO :: FOTOGRAFÍA: SIMON MAINA/AFP
Sociedad

Raíles humanos cruzan Nairobi

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Los kenianos no están de suerte estos días. La huelga de los conductores de matatus (minibuses), en protesta por la corrupción policial, les hace viajar como sardinas en lata en los trenes. Los vagones cruzan los campos forrados de piel humana. Literalmente. Imposible imaginarse a los que van dentro, embutidos en esa nube de calor, anegados en un río de sudor y anestesiados por el mar de efluvios que exhalan los apretujones forzados.

Kenia no tiene suerte: mientras miles de personas invaden los trenes por obligación, en otras zonas del país muchos mueren ahogados por las inundaciones de las lluvias torrenciales. Las víctimas superaban ayer la veintena y los damnificados se contaban por decenas de miles, más de 30.000. 'El Niño', ese fenómeno meteorológico provocado por el calentamiento del Pacífico oriental que aparece de vez en cuando, o sea, cuando le apetece, ha sido el causante de la desgracia. Las lluvias devastan las zonas menos desarrolladas del país, las más deficientes en infraestructuras y a las que no alcanzan los sistemas de alerta y prevención. Las labores del Gobierno han de hacerlas las ONG. 'El Niño' será persistente hasta enero.

Menos mal que las inundaciones humanas de trenes durarán tres días, como han fijado los huelguistas. Los autores de las protestas son un ejército y han paralizado todos los transportes públicos en las principales capitales de Kenia. La imagen muestra la evidencia, la pura necesidad de viajar, como sea y a cualquier precio, para alcanzar otro punto del país. Sin miedo a accidentes o a descarrilamientos por exceso de carga, los usuarios de este tren que sale de Nairobi afrontan la adversidad como mejor pueden, con buenas y malas caras. Sobre todo, con paciencia.