Agallas para sobrevivir en Kabul
Actualizado:Muerte, supervivencia, esperanza. La imagen de la tienda de pescado, ubicada en el centro de Kabul, es toda una metáfora de la delicada situación por la que atraviesa Afganistán. Los peces expuestos en el mostrador, en apariencia vivitos y coleando, parecen lanzar una mirada de terror a las cuerdas que asfixian a sus hermanos, o de clemencia hacia el vendedor, sin importarles incluso imitar el salto del delfín. Dejaron de respirar por las branquias, pero traspasaron el valor de sus agallas al rostro de su dueño. Entre la guerra, la pobreza y la devastación del país afgano, emerge la sonrisa de ese joven como un canto a la esperanza.
La comunidad internacional ha reaccionado y enviado más tropas y recursos a esta zona centroasiática, castigada por el acoso talibán y el terrorismo de Al Qaida. Y mientras aumentan los ejércitos -110.000 soldados comandados por la OTAN, de ellos 1.070 españoles- y el número de civiles que regresan de los países fronterizos con la intención de reconstruir su vida, el goteo de muertes, a causa de atentados no cesa. Los expertos pronostican nuevas escaladas de violencia para este 2010, año que el chico de la foto estrena cada día en su puesto de pescado. Afganistán sigue siendo un polvorín y Obama ha prometido darle prioridad en su agenda. La población combate la inestabilidad política y social con su quehacer diario para, granito a granito o pez a pez en una tierra sin mar, contribuir a levantar el derruido país. Agallas no les faltan.