Navidades mágicas
MIEMBRO DEL ATENEO DE CÁDIZActualizado:Es frecuente por estas fechas que vayamos por donde vayamos y miremos a donde miremos, a diestro y siniestro, nos encontramos con carteles, posters, tarjetas y demás herramientas de marketing publicitando unas navidades mágicas, en letras vistosas y bien grandes, seguidas de los artículos, ropa, perfumes, juguetes, comidas, bebidas, viajes y parques temáticos motivadores 'sine qua non' de esa magia. Y en el no va más de dicha magia, todos esos objetos fantásticos, maravillosos e imprescindibles para nuestra felicidad, nos llegan traídos por los mágicos y lejanos Santa Claus, Papá Noel, San Nicolás y los Reyes Magos de Oriente, ayudados por sus no menos mágicos y lejanos renos y camellos, según la zona del mundo que celebre esas fiestas navideñas. Con semejante montaje de color, brillo, luces, sonido y lentejuelas ¡a ver quién se libra del hechizo!
Sí, porque eso es realmente lo que creo, que quedamos hipnotizados y hechizados por esos magos del consumismo materialista que consiguen anularnos la conciencia del origen y significado de la Navidad y nos llevan en masa, cual Flautista de Hamelín, a los grandes centros comerciales, cambiando, abracadabra, contento, ilusión, cariño y unión, por mal humor, agresividad, atascos y derroches. ¿Se le puede llamar a esto magia? Yo diría que es locura. Y así, en lugar de ese alegre y entusiasta ¡Feliz Navidad! que cuando niños, muchos años atrás, todo el mundo se decía al cruzarse por la calle, ahora escuchamos, cada vez con mas frecuencia, ¡uf otra vez Navidad. a ver cuándo se acaba!, dejando patente con esta expresión todo lo que nos molesta, desagrada y fastidia de las navidades. Y como es ley universal que en lo que uno se concentra, se expande; que los sentimientos negativos atraen mas sentimientos negativos y que lo que se resiste persiste. ¡acabamos odiando la Navidad!
En nuestros días quizás la Navidad exceda del recuerdo del nacimiento de Jesucristo, verdadero origen de esta fiesta, pero su significado real no se puede cambiar, si deseamos seguir llamándola así. Navidad, para mí, es el re-nacimiento en nuestros corazones del amor, la unión, la generosidad, el compartir, la solidaridad y que lo expresemos al mundo, al menos unos pocos días al año.
Hoy día sé el protagonismo que tienen nuestros pensamientos, creencias, actitudes y sentimientos, y las acciones y respuestas derivadas de ellos, en nuestras experiencias de vida y, más aún, en cómo percibimos e interpretamos esas experiencias. Y también sé que cambiar el mundo puede que no esté en mi mano, pero sí el cambiar yo mi actitud ante el mismo. Hoy día tomo responsabilidad, no por lo que me pasa o pasa a mi alrededor, sino por mi reacción ante las circunstancias. Las calles y centros comerciales abarrotados; las colas para aparcar; los desayunos, copitas y almuerzos navideños; las cenas y comidas familiares, con tu cuñado 'El gracioso', tu prima 'La de la zambomba' y las batallitas de tus padres/ suegros; los dulces navideños que ya te salen por las orejas; la paga extra gastada antes de cobrarla; los petardos que se escuchan en Nochebuena; los que cogen al pie de la letra lo de «saca la bota María que me voy a emborrachar» y del «en el Portal de Belén...» pasan a «desde Santurce a Bilbao...», la enésima bufanda, monedero , bolso o plancha que te regalan.
Efectivamente, todos son datos objetivos de estas fiestas, y salvo que me vaya a un país oriental o me encierre en una cueva, me rodearán y me veré inmersa en ellos, pero solo yo decido cómo percibirlos, cómo vivirlos y así garantizarme la alegría, paz y bienestar, que son mis intenciones de vida, con independencia del momento y de las circunstancias.
Para eliminar ese hechizo que nos priva del verdadero significado de la Navidad propongo esta receta: estas Navidades elijamos deliberadamente centrarnos en todo lo positivo, bueno, amable y generoso que tenemos los seres humanos y pensarlo, expresarlo y compartirlo con los demás: salud, familia, amigos, paz, hogar, ilusión, entusiasmo, creatividad. Elijamos deliberadamente sonreír más y aprovechar cualquier ocasión para soltar una buena carcajada; escucharnos con interés, haciendo sentir al otro que nos importa ; compartir con alegría y generosidad con familiares, amigos y cualquier persona, toda la abundancia que tenemos: de productos, de dinero, de tiempo, de medios.
Elijamos deliberadamente contribuir a la felicidad y bienestar de la gente querida, simbolizando nuestro cariño, agradecimiento y respeto con algún objeto, artículo o juguete que sabemos le entusiasma o ilusiona. Elijamos deliberadamente reencontrarnos con nosotros mismos, escuchándonos y atendiéndonos con cariño y dándonos los cuidados y mimos que necesitamos. Y finalmente agradezcamos por tantas y tantas bendiciones. Y puede que así, creo que sí, la Navidad renacerá en nuestros corazones y viviremos unas Navidades Mágicas y Felices, de pensamiento y acción y con unos efectos sobrenaturales. Así lo deseo para todos.