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LA HOJA ROJA

Yo confieso

Vida nueva. Eso es lo que nos dicen cada vez que comienza un nuevo almanaque aunque los buenos propósitos se queden siempre en los rincones de la cuesta de enero

YOLANDA VALLEJO
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Vida nueva. Eso es lo que nos dicen cada vez que nos toca comenzar un nuevo almanaque, aunque lo de los buenos propósitos es algo que siempre se queda ahí, por los rincones de la cuesta de enero, como si todo lo que habíamos conjurado en la noche del 31 hubiera sido parte de una comedia barata. Dejo de fumar, aprendo inglés, me pongo a régimen, reciclo la basura, paso más tiempo con los niños, trabajo menos -bueno, eso no hace falta que lo deseemos, porque ya hay quien se encarga de hacerlo realidad- . un pensamiento con cada uva, con cada campanada, aun a sabiendas de que nada tiene por qué ser cierto. Todo de lo más previsible, sin necesidad del «Penny for Your Thoughts», que decían antes los ingleses.

Vida nueva. Es lo que esperamos de este año que comienza tan cargado de esperanza. Un año en el que parece que empezamos a cambiar el discurso y del 'J'Acusse' de Zola vamos llegando al 'Yo confieso' que tan olvidado teníamos en el país de las maravillas de Zapatero, en el que la responsabilidad era siempre cosa de otros.

Para empezar, no está mal. No está mal que por primera vez en mucho tiempo un responsable político asuma parte de la culpa en el disparate de los plenos municipales. «El pleno debe ser una escuela de democracia» -decía Rafael Román- y «nosotros tenemos parte de responsabilidad» en relación a los lamentables espectáculos que han sido habituales en San Juan de Dios durante los últimos meses. Examen de conciencia, que es lo que hace falta muchas veces. Bueno, y propósito de enmienda -que lo del dolor de los pecados y lo de cumplir la penitencia, ya es mucho pedir, para qué vamos a engañarnos.

Por lo menos hay un cambio de actitud. Un «yo confieso» que también sacó a pasear Zapatero en su balance de fin de año, un yo confieso en el que admitía no haber estado «muy acertado» cuando comenzó el debate sobre la crisis o la desaceleración. «Un debate»-decía el Presidente- «estéril porque pudo provocar una sensación equivocada en la ciudadanía». Bueno, tampoco ha estado muy acertado en otras cosas, no vayamos a pensar, pero por algo se empieza. El resto de la intervención no es que fuera para tirar cohetes, que si se felicitaba porque había menos muertos en las carreteras, que si el 2010 traerá la recuperación económica -por fin, los brotes verdes- que si tiene una obsesión por crear empleo, que si quiere trasmitir confianza, que si su candidatura para el 2012 es lo que menos le interesa -vamos, como Pizarro, que dice que no tienen intención de ser «candidato de nada». Y variaciones sobre el mismo tema. Otro peso que nos quitan de encima.

Citas y proyectos

El «yo confieso» que ha estado presente en el primer discurso de fin de año de Griñán -tan acostumbrados a la peculiar fonética de Chaves, se hizo un poco aburridillo- en el que el Presidente reconocía que los ciudadanos han ido cayendo en el desaliento «porque la política no ofrece un camino y sólo se percibe el enfrentamiento». Bien, otro que empieza a asumir parte de la responsabilidad, aunque luego se subiera a la parra de los brotes que aún no han salido y se descolgara con el Acuerdo de Concertación Social y con el modelo este sostenible de educación que tenemos y que nos coloca siempre en los últimos pupitres de la clase. En fin. Lo de la educación lo dejamos mejor para otro momento, que los habrá, sobre todo si son propuestas como la inocentada de lo del árabe en los institutos apelando -la Consejería de Educación, sí- a cuestiones humanitarias y sociales. Vaya tela. Pero bueno, se trata de olvidar el 'j'acusse', no perdamos la perspectiva. Un «yo confieso» que incluso ha marcado la presentación de la nueva programación del Falla, quizá más digna que nunca porque ya hubo quien se atrevió a reconocer que «el dinero del Falla sale directamente de los ciudadanos, y eso nos ha acostumbrado a una forma de trabajar que optimiza recursos económicos y humanos. El presupuesto que nosotros tenemos para todo el año puede ser similar al del Festival de Flamenco de Jerez». No hace falta decir más. Una programación que, con aniversario y todo, no pasará a la historia si no es por la sinceridad de sus gestores. Algo es algo. Y está bien.

Vida nueva. El Consorcio del Bicentenario aprueba un presupuesto millonario para comenzar lo que será para el Gobierno el mayor evento nacional de los próximos tres años, aunque eso nos obligue a tener un observatorio del Constitucionalismo Democrático para «estudiar el pasado, analizar el presente y construir el futuro». Bueno. Todo sea por el Doce. No más negatividad. Otro propósito para el nuevo año. Como el de Pérez-Reverte, que con su nueva novela 'Asedio' pretende contarnos el bloqueo francés a Cádiz como nadie lo ha contado hasta ahora, como «una historia con aventuras, sentimientos, amor, con personajes y con vida». No me digan que no es optimismo.

Más del que se puede esperar para el AVE, que casi no estará para el Bicentenario, más del que tienen en San Fernando, metido de lleno en su celebración. Más del que se vende en el taller de costura -mitad hombres, mitad mujeres, para ser políticamente iguales- que pondrá en marcha el Ayuntamiento dando las primeras puntadas del Doce. Más del que tiene nuestra alcaldesa, a la que le faltan 16.409 personas en el censo. Ni una más, ni una menos. Se me ocurren muchos sitios donde buscarlas, pero no quiero ser mala. Al fin y al cabo, estrenamos año. Y ya se sabe. Año nuevo, vida nueva.