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El trabajo no era tan bueno
El ganador del 'mejor empleo del mundo' esquiva a la muerte tras sufrir la picadura de una medusa venenosa
Actualizado: Guardar'Palmarla' a lo tonto es degradante. Ya lo decían Def Con Dos en aquel tema en el que confesaban su 'Pánico a una muerte ridícula'. Advertían del absurdo de ahogarse en la piscina de un barco, de suicidarse sin mirar la Primitiva... Ese tipo de desgracias que convierten al pobre difunto en un chiste malo. Pero no se les ocurrió incluir el trance que acaba de atravesar Ben Southall: estar al borde de la muerte por la picadura de una extraña medusa mientras vives a cuerpo de rey, y cobrando por ello, en una isla paradisiaca.
¿Recuerdan el concurso que hace unos meses pedía candidatos para 'el mejor trabajo del mundo'? El jornal eran 83.300 euros y el tajo, calzarse chancletas y bañador y abandonarse a los lujos de una villa con piscina, levantada en una isla de la Gran Barrera de Coral de Queensland, en Australia. Eso sí que son jornadas laborales de sol a sol. El de la playa, el de la cubierta de un velero... 34.000 personas participaron en las pruebas de selección y fue el británico Ben Southall el que convenció a los jefes.
Claro que ninguno hizo una mínima evaluación de riesgos laborales, ni se informó de que, por muy paradisiaca que sea esta isla, no está desierta del todo. Tiene habitantes afables como los pececillos de colores, pero también otros bastante hoscos, como una especie de medusa asesina, de nombre 'irakandji', que hace buenas a las serpientes cobra. Son 100 veces más venenosas que este reptil.
Total, que estaba Southall en plena jornada laboral, cumpliendo con la habitual sesión de esquí acuático, acompañado por su novia y toda la cuadrilla, cuando intentó tomarse un descanso y un traguito de piña colada. Fue poner un pie en la arena y recibir la 'caricia' de 'irakandji'.
Cuenta Southall en su blog -parece que en el paraíso también hay wifi- que en cuestión de minutos le subió la fiebre, comenzó una intensa jaqueca, se le paralizó medio cuerpo y se desmayó de dolor. «Me pusieron un par de inyecciones y me quedé plácidamente dormido en mi habitación». Resulta excesivo intentar seguir dando envidia después de saludar a la parca, por mucho plumón de oca que tuviera la almohada. Desde luego, para haber estado a punto de hacer turismo por el otro barrio, el tío se lo toma con humor y ha colgado en su blog un vídeo de la peripecia bajo el título: «Reíos un poco a mi costa». Muy oportuno el cámara. Casi tanto como la medusa que ha entrado en escena justo cuando a Southall se le acaba el contrato.
Pero no crean que irá al paro como tantos miles de 'curritos'. Se ha convertido en pieza clave del engranaje promocional de Queensland y le han buscado un nuevo cometido en la empresa. Pasado mañana iniciará una vuelta al mundo para proclamar las maravillas del archipiélago. Sin 'irakandji', difícilmente nos hubiéramos enterado del asunto. Quizá también merezca ella un pasaje.