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Días en blanco. Esquiadores en la estación de Formigal, en el Pirineo oscense. Arriba, un avión de la compañía. :: FERNANDO GÓMEZ Y PYRENAIR
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De pista a pista

Pyrenair, la compañía aérea pensada para esquiadores, ha empezado su tercera temporada de vuelos a Huesca

CARLOS BENITO
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Como las montañas no tienen la costumbre de acercarse a Mahoma ni a nadie, miles de esquiadores peregrinan todos los viernes hasta sus estaciones favoritas para pasar el fin de semana deslizándose sobre la nieve, felices como niños en un gigantesco tobogán. Y, también como niños, todos ellos detestan el final del recreo, el momento en el que acaba el placer y hay que emprender la trabajosa vuelta a casa en coche o en autobús. Esa sensación de pereza casi insuperable es uno de los motivos que alentaron el nacimiento de Pyrenair, la peculiar compañía aérea que enlaza el Pirineo aragonés con Valencia, La Coruña, Palma de Mallorca, Madrid y -vía Barajas- Canarias.

Seguramente, la idea nunca habría prosperado si no hubiese sido por el concretísimo perfil de los dos amigos que la pusieron en marcha, ambos pilotos y entusiastas del deporte invernal. Juan Manuel Viu trabaja en Iberia y, entre otras proezas, fue uno de los miembros de la expedición de 'Al filo de lo imposible' que cruzó la Antártida en un catamarán impulsado por cometas, mientras que su compañero Hugo Puigdefábregas formó parte del equipo nacional de esquí de fondo. «Hace ocho años tuvimos esta idea bonita, divertida y también un poco loca. Llama mucho la atención porque, en España, la cultura de volar está aún muy restringida: no tiene nada que ver con Estados Unidos, donde vuela cualquier abuelita, ni con Francia. Nuestro planteamiento original era más bucólico, con pequeños aviones y altipuertos, pero pronto vimos que era necesario algo más comercial, más rentable, más operativo», relata Puigdefábregas, presidente de la firma.

Sólo les faltaba un pequeño detalle, una nimiedad: el aeropuerto. «Lo nuestro es un producto diseñado desde el mundo del invierno y queríamos algo genuino, que la propia localidad de destino se sintiese ya como Pirineo. Los de Zaragoza 'suben' al Pirineo, pero Huesca 'está' allí». Así que esperaron a que empezase a funcionar en 2007 el aeropuerto oscense, unas instalaciones habitualmente desiertas que se revolucionan los viernes y los domingos por la tarde, cuando Pyrenair concentra sus servicios de ida y vuelta. Con ese sistema de horarios, los viajeros pueden organizarse estancias de fin de semana, de cinco días o de semana completa. «Obviamente sale más caro que ir en autobús, pero no tanto -asegura Puigdefábregas-. Entre zumbarse doce horas de bus desde La Coruña o llegar en hora y cuarto, no hay color. Y, para un madrileño, la vuelta en coche es terrible: sólo puede esquiar la mañana del domingo y afronta un retorno largo, muchas veces con meteorología adversa».

Los precios parten de 55 euros para Madrid y Valencia y, como corresponde a la filosofía del servicio, no hay restricciones de equipaje ni pluses por llevar el equipo. «Siempre damos catering en el avión, y no es una Coca-Cola con una bolsita de nueces -presume Puigdefábregas-, sino algo pensado para un usuario que hace deporte». Durante el vuelo, los pasajeros son informados del estado de las pistas y, si lo han contratado, reciben ya su forfait. Porque la mayor parte de los clientes de Pyrenair no contrata sólo el vuelo, sino paquetes completos que incluyen el traslado hasta la estación, el alojamiento y el uso de las pistas.

La temporada de vuelos de Pyrenair arrancó el domingo y se prolongará hasta abril, con un total de 23.000 plazas. «El año pasado ocupamos 12.000 y éste queremos llegar a las 15.000. Puede parecer que no son tantas, pero volamos sólo 16 semanas, sólo dos días a la semana y sólo por las tardes», puntualiza Puigfábregas. Los aviones -Bombardier de 50 y 90 plazas- no son propiedad de la compañía, que los obtiene mediante un acuerdo comercial con Air Nostrum. El presidente ve en ese sistema una de las claves de la empresa: «Todas las compañías regionales van cerrando y creo que, en buena medida, es por eso. Nosotros movemos almas y dejamos que sea Air Nostrum quien mueva el hierro».